sábado, 30 de mayo de 2015

Dejo de escribir relatos por un tiempo

Estimad@s lector@s,
Como bien deberíais saber escribir estos relatos me cuesta mi tiempo y aunque me encante elaborar historias, ahora mismo, no veo ninguna razón para publicarlas o compartirlas.
Me esfuerzo cada mes sin pedir mucho a cambio, no tengo anuncios en la página y hago esto de forma altruista, lo único que pido es vuestro apoyo, saber que no estoy malgastando mi tiempo en una idiotez.
Estos últimos meses lo he visto claro, este blog es una auténtica pérdida de tiempo.

Hasta nuevo aviso no habrá nuevas historias,

Adiós,

Una escritora cansada.

jueves, 14 de mayo de 2015

Capítulo 13

La mañana del sábado llegó más rápido de lo que esperaba, notaba mi cuerpo cansado y falto de energía mientras me retorcía y me estiraba junto a Laura. La noche del viernes habíamos ido a cenar y trasnochamos más de a lo que estábamos acostumbradas, pero el reloj ya marcaba las 12 pasadas.
-Te toca hacer el desayuno…- murmuré mientras trataba de despertar a Laura.
No me hizo mucho caso y tampoco es que fuera muy persistente. Me levanté y fui al baño y cuando salí Laura estaba en proceso de levantarse.
-Ya voy mamá…- me dijo estirándose, sentada en el borde del colchón.
-Que yo sepa aquí la vieja eres tú…- le contesté antes de darle un beso en los labios.
Sin muchos ánimos por discutir, Laura se fue a preparar algo para desayunar, mientras yo me volví a tumbar, aprovechando esos gloriosos minutos de descanso, libertad y espacio en la cama que me quedaban.
Estaba muy contenta, las cosas me iban extremadamente bien, de hecho desde que puse un pie en esta ciudad todo ha ido a mejor, pensé.
Solo trabajaba un par de días a la semana, en trabajos que no me desagradaban y con la mujer a la que amaba.
Muchos tacharían aquellos oficios de poco éticos, sucios e indecentes, pero a mí me gustaba y no hacían daño a nadie, además nos daba para vivir más que bien a las dos.
Al ver que Laura no venía me levanté de nuevo.
-Que poco romántica, ya ni me traes el desayuno a la cama- le dije sentándome en la mesa de la cocina.
-Buenos días… y no, no te traigo el desayuno a la cama porque la cama esta para dormir.
-¿Y follar?- le conteste burlona.
-También, pero para comer no- dijo aguantándose la risa.
-Bueno pues ya no te comeré más el coño en la cama, que pena, ¿verdad?
-Si hace falta te tiro de la cama- contestó Laura trayéndome unas tostadas con mantequilla y mermelada con un vasito de leche.
-Sí que estas agresivas hoy, menos mal que hoy te pateare el culo y se te bajaran los humos.
-Bueno, eso habrá que verlo…- contestó Laura acompañándome en el desayuno.
-¿No te has dado cuenta que desde hace unos 3 meses todos los finales de mes toca boxeo y ahí gano yo?
Laura se paró a pensarlo un momento -Te crees muy lista…
Sonreía sacándole la lengua y haciéndole burla le contesté –No, pero solo soy un poquito más observadora que tú, no te enfades cielo.
-Bueno que toque pelea no significa que me vayas a ganar.
-Vale Laura, venga acaba de comer que nos iremos a dar una vuelta.
-Ummm, no me apetece mucho, mejor me quedo tumbada un ratito… -contestó algo apagada.
-Andaaaaaaaaaaa… No seas mala y acompáñame, voy a comprar ropa…
A Laura le cambio la cara -¿A comprar ropa? ¿Tú? ... ¿Estás bien?- preguntó bromeando.
-El tarado ese… Gustavo, tiene gustos muy raros.
-¿Y qué quiere que te compres el “tarado ese”?, como tú le llamas.
-Por lo visto quiere “regalarme” bragas nuevas- dije haciéndole las comillas con las manos.
-Claro debiste ir el primer día con esas que tienen dos agujeros y te empeñas en no tirar y habrá pensado, pobrecita no tiene ni para bragas –dijo riéndose Laura.
-¡No, so-tonta!, fui con unas preciosas, rosas de marca y comparadas con las que tú dices súper incomodas.
-Ya bueno, venga quédate a recoger la cocina que yo mientras me visto y te acompaño.
-Serás… pero si hoy te toca a ti.
-Encima que te voy a acompañar a comprar bragas para un cerdo…
Finalmente acepté, mientras fregaba los platos pensé que así sería mejor, en el tiempo en que Laura tarda en vestirse me daba tiempo a fregar y vestirme, incluso a más dependiendo del día.
Cuando acabé y me fui a la habitación Laura llevaba solo una camiseta escotada y las bragas mientras se maquillaba mirándose en el espejo.
Me puse lo primero que encontré, una camiseta de tirantes rosa con unos dibujos muy monos y unos shorts blancos, mientras me calzaba las deportivas le envié un mensaje a Gus.
“Voy a comprarme ropa interior, te enviare un video probándomela como me dijiste”
Laura y yo fuimos de tienda en tienda ojeando ropa, no solo ropa interior, de todo tipo, Laura incluso se compró un par de camisetas, pero al final llegamos a Victoria Secret.
Era un sábado y ya pasaban de las doce y media, pero aun había gente comprando, no me lo podía creer. No me cabía en la cabeza que la gente derrochara tanto dinero en lencería, solo era un trozo de ropa como cualquier otro, cierto que eran monísimas pero los precios me parecían desproporcionados.
Sin muchas ganas me dejé aconsejar por Laura y una dependienta en el final de sus 30, aunque bastante atractiva y a la que todo le parecía gracioso y se hacía la amable. Finalmente salí de la tienda con 12 braguitas, 2 tangas, 4 sujetadores y un picardías que Laura casi me obligó a llevarme.
La cajera, está más joven y atractiva que la otra mujer, nos regaló incluso un perfume.
Me encantó el regalo que me había hecho, no solo por el dinero sino porque me sentía poderosa, una diosa ansiosa de más, con ganas de humillar a ese salido de Gus y que me recompensara por ello, aunque en el fondo me asustaba un poco como sería nuestra siguiente cita.
Al llegar a casa mientras Laura buscaba algo para comer coloqué el móvil en la mesa y empecé a grabarme mientras me quitaba la ropa, enfocando de abdomen para abajo.
Una vez desnuda me puse para empezar uno de los tangas, era negro brillante de encaje. Me lo puse poco a poco y una vez bien colocado me di una vuelta ante la cámara enseñándoselo desde todos los ángulos.
Después de ese vino el siguiente y le siguieron el resto hasta que se los mostré todos, tenía bragas de todo tipo: negras, blancas, rosas, con transparencias, que cubrían toda mi nalga o que apenas lo hacían… Tras mi desfile de moda en privado me volví a poner la ropa que llevaba antes y deje en el suelo una pequeña montaña de ropa interior.
-¿Qué hay de comer cariño? – pregunté a Laura mientras enviaba el video por whatsapp.
-Pues podríamos encargar algo que no tenemos de nada en la nevera.
-Que duro es llegar a fin de mes... al menos nos tenemos la una a la otra- dije bromeando.
-Venga calla, ¿quieres chino o indio?
-No sé, ¿quien la tiene más grande? – seguí bromeando, sin tomármela en serio.
-¡Susy va que tengo hambre!
-Vale, chino, algo con tallarines y arroz de ternera sin guisantes eeeh.
-Vale… como si no te conociera ya… - me dijo cogiendo el teléfono.
Tras la comida nos fuimos a echar la siesta, habíamos dormido mucho pero ya nos habíamos acostumbrado al horario de sábado que consistía en levantarse solo a comer y a cenar antes de ir a trabajar.
Cuando llegamos al local de Marcos nos hicieron pasar directamente a maquillaje y vestuario. Nos vistieron de una forma a la que no estábamos acostumbradas, con cuero.
No parecía que fuéramos a luchar con esas vestimentas, a las dos nos pusieron unos pantalones de cuero extremadamente ceñidos sin bragas y una chaqueta de lo más motera que había visto, con muchos bolsillos. A Laura le quedaba genial, parecía que las tetas le fueran a reventar la cremallera, lo mío era otra historia, me quedaba bien pero era difícil compararse con Laura.
-¿Oye sabes que toca hoy? – preguntó Laura a una de las chicas que la vestían.
Mientras le negaba con la cabeza entro un chico corriendo gritando con voz afeminada –Las botas del 34.
La chica que me estaba arreglando el pantalón alzó la mano, no me había fijado pero Laura ya las llevaba puestas unas impresionantes botas de cuero negro y brillante, con un tacón de aguja de mínimo, 10 centímetros. Recuerdo una ocasión en que intenté comprar zapatos de tacón alto para mí, me fue imposible encontrar mi número y esto era como un sueño.
Laura paseaba contoneando su preciosa figura frente a mí mientras me acababan de atar las botas, tuve que tragar saliva verla sonreírme mientras desfilaba era demasiado.
Nos hicieron pasar al despacho de Marcos, me costaba bastante andar con esos zancos aunque a Laura le salía casi natural.
Lo primero que dije al verle fue –Marcos buenas noches, ¿Con qué nos vas a sorprender esta noche? – aunque yo pensaba ¿Qué coño es esto y donde están mis shorts y mis guantes?
-Ufff como venís – dijo mirándonos dos veces de arriba abajo – eeehm pues hoy toca pelea y quien gane será recompensada.
-Pero no podemos luchar así… -dije quejándome.
-Quiero probar, ¡pelea de zorras! –gritó mientras nos señalaba con las manos.
-¿Qué ganamos hoy? –preguntó Laura dando por hecho que tenía las de ganar.
-Decídmelo vosotras, estoy harto de veros mearos la una a la otra y daros por culo.
-Es que con este trajecito me he puesto cachonda pérdida… -decía Laura apretándose los pechos por encima de la chaqueta.
-¿Y unos azotes? –pregunté tímida.
-No, ha de ser algo más… - dijo Marcos.
-Yo quiero que me chupes el ano – dijo Laura con cara pícara mientras sus dedos jugaba con la cremallera de mi chupa.
-No hace falta que me pegues para eso… -dije poniéndome colorada.
-La verdad es que es algo sosillo, pero algo arreglaré, bueno va que ya os toca salir que vais justas de tiempo, vamos, vamos, va…
-¿Espera pero qué hacemos, nos pegamos sin guantes?
-Pegar o morder, tirar del pelo lo que queráis, venga va salid ya, vamos...
Al final salimos sin saber muy bien que hacer, parecía que Marcos tampoco lo tenía muy claro, solo que teníamos que llevar aquel atuendo.
Cuando salimos el público, algunos ya los reconocíamos de verles cada semana, nos aplaudía, nos miraba con lujuria, era el día que más tapadas íbamos y aun así nos deseaban. Siempre trataba de parecer sería pero casi nunca me veía capaz de esconder una sonrisa, en cambio Laura se reía natural, era una sonrisa simplemente preciosa.
Mientras saludábamos a nuestros más fieles fans entró en la lona la chica que solía hacernos de árbitro proclamando que serían tres asaltos.
-A los 5 minutos pararemos y os quitareis la chaqueta, a los 10 los pantalones y el combate termina cuando una se rinda.
Laura asentía mirándola sin distraerse mientras que yo pasaba un poco de ella, pobrecita con los que se esforzaba, cuando quise darme cuenta ya me encontraba en el centro del cuadrilátero con los puños en alto.
Mientras acababa la chica contaba hacia atrás para dar comienzo al combate flojito susurré –Oye Laura… ¿ha dicho que pasa si pierdes? 
Laura negó sutilmente con la cabeza alzando los puños.
En cuanto dieron la señal lancé un puñetazo recto y directo al pecho de Laura, fui muy rápida y aunque trato de esquivarlo le di en uno de sus pechos haciéndola aullar de dolor.
Sin esperármelo mucho Laura me dio una fuerte bofetada en toda la mejilla, me cruzo la cara haciéndome girarla. Me quedé quieta un instante, quizás demasiado, Laura se lanzó sobre mi agarrándome de las muñecas y empujándome hacia atrás, quería hacerme caer pero no lo consiguió.
Ese guantazo en la cara me sentó fatal, me hizo enrabiar tanto, pero no podía culpar a Laura ella estaba trabajando, como yo.
Aproveche que Laura me tenía agarrada de las muñecas para traerla hacia mí y aprovechar para darle un rodillazo en la tripa.
Laura me soltó rápido llevándose ambas manos a la tripa, mis instintos más básicos me decían que aprovechara la situación para golpearla de nuevo pero mi cuerpo se negaba, me quedé ahí de pie esperando a que se reincorporará.
-Laura yo… -dije medio disculpándome.
Pero Laura de nuevo arremetió contra mí, esta vez con más fuerza y agarrándome de los hombros. Logró tirarme al suelo, donde aprovecho para abofetearme y golpearme en la cara. A penas veía nada, solo mi pelo enredando en mi cara y las manos de Laura de un lado para otro mientras notaba sus golpes en mi faz.
Levanté mis manos tratando de agarrarle pero solo me veía capaz de alcanzar el cuero de la chaqueta, finalmente tiré de su pelo hacia atrás con tanta fuerza que conseguí que se levantara.
Con la respiración y el pulso más que acelerados me abalancé hacia Laura tratando de derribarla, logré hacerla perder el equilibrio pero al caer Laura nos hizo rodar por la lona, varias veces hasta que consiguió quedarse encima de mí.
Con Laura sentada en mi espalda e incapaz de levantarla solo podía tratar de golpearla desde el suelo y darme la vuelta pero era inútil. Laura me agarró del pelo y tras levantarme un poco la cabeza me la empujó contra el suelo.
-¡Aaaaaah para, para ya! – grité con todas las fuerzas que pude mientras veía como mis gritos solo servían para llenar la lona de saliva, pues Laura ni se inmutaba.
Me estaba cociendo viva en esos ropajes de cuero.
Con todas las fuerzas que pude reunir levanté todo lo que pude el culo, haciendo que Laura cayera hacia delante, golpeando con todo su cuerpo mi cabeza y aprovechando que Laura soltó mi cabello para evitar comerse el suelo, escapé entre sus piernas.
Conducida por la ira y por la sed de venganza le propiné una fuerte patada a Laura mientras seguía en el suelo a cuatro patas. Justo en su entrepierna, quizás más fuerte de lo que imaginé en aquel momento.
Laura se quejaba llevándose las manos al coño aguantándose las lágrimas.
Me acerqué a ella y agarré con una mano su pelo tirando de ella, obligándola a andar de rodillas si no quería que le arrancara un buen mechón.
Cuando estaba a punto de volverla alanzar la árbitro nos separó y os pidió que nos quitásemos la chaqueta.
Me acerqué a la esquina de Laura bajando un poco la cremallera.
-Sin rencores, ¿no? – pregunté asustada, esto era lo más bestia que habíamos hecho hasta el momento.
Laura asintió y acabó de quitarme la chaqueta, descubriéndome el torso reluciente por el sudor.
-Gracias… - contesté sonriendo mientras le bajaba la cremallera.
Desnudas de torso para arriba y con los pelos alborotados nos miramos la una a la otra, frente a frente, Laura tenía un pecho algo enrojecido, no se veía mucho porque la rojez se perdía entre la inmensidad de sus pechos. En cambio mis heridas estaban todas en la cara, mis pequeños pechos no tenían nada, salvo sudor.
Tras unos minutos de descanso empezó el segundo asalto.
Tanto Laura como yo tomamos la iniciativa, corrimos la una hacia la otra agarrándonos mutuamente de las manos, empujando con todas nuestras fuerzas con la intención de tirar a la otra.
Era muy complicado, sobre todo con esas botas de tacón. Nuestros cuerpos se movían de un lado hacia otro sin querer ceder del todo y al fin caímos las dos hacía un lado.
Al caer el suelo nos soltamos de las manos velozmente, yo traté de levantarme y Laura de rodillas me agarro de la cintura del pantalón lanzándome de nuevo al suelo.
Caí bocarriba, a su merced. Laura trató de lanzarse sobre mi cuerpo. Levanté las piernas, sin pensarlo, fue un mero reflejo pero incluso entonces me di cuenta del daño que le podría haber hecho.
Empujé a Laura con la suela de las botas e inevitablemente le clavé los tacones en la tripa.
Laura cayó junto a mí, retorciéndose de lado y jadeando.
Sabía que estaba bien y que en cuanto se levantara seguiría la pelea, pero aproveche ese tiempo para levantarme y coger aire.
Laura se levantó poco a poco.
-¿Estás bien? – pregunté preocupada al ver que no separaba la mano de la tripa.
-Sí, no pasa nada…- dijo mostrándome la marca de mis botas en su abdomen antes de reanudar el combate.
Dejé que Laura viniera para aprovechar su inercia y hacerla caer, la sujeté de las muñecas y le hice la zancadilla.
Laura cayó de cara al suelo, pero rápido se dio la vuelta.
Me tiré de rodillas contra el suelo, me hice bastante daño pero evité que Laura pudiera levantarse, apoyando todo mi peso en sus muslos.
Laura trataba de escurrirse pero entonces empecé a golpearle en los pechos y abofetearle la cara.
-¿Te vas a rendir putita? – preguntaba entre golpe y golpe.
Mientras Laura alzaba sus manos tratando de alcanzar mi cara, como no podía me arañaba con fuerza el cuerpo, clavando sus uñas por mis pechos y bajando hasta mi vientre, haciéndome gritar pero sin parar de zurrarla.
Tenía la sartén por el mango, pero no podía hacer más que esperar que se rindiera cualquier otra cosa hubiera sido excesivo. Me veía en una encrucijada, no quería lastimarla pero quería terminar esto lo antes posible.
Laura daba sus últimos golpes tratando de levantarse, yo hacía fuerza con mis muslos apretando fuerte para inmovilizar sus piernas.
Laura me agarró del pelo tirando de él hacia abajo, pegando mi rostro al suyo.
Laura me mantenía agarrada del pelo esperando que la soltase de las piernas, entonces le escupí en la cara, el truco más sucio y rastrero que me podía sacar de ese embrollo.
Cuando me libré, enfadada le agarré del pelo y le golpeé en la cara, hasta que poco después la arbitro nos separó.
Cada una desde su esquina se quitó las botas y los quedando del todo desnudas, ignorando cualquier burrada que nuestros espectadores nos decían, solo nos mirábamos sabiendo que esto era algo personal.
Notaba la planta de los pies empapadas, cuando caminaba sentía el calor que me habían producido las botas y tanto movimiento, estaba deshidratada y tenía la boca completamente seca y Laura tampoco parecía estar muy bien.
Nuestros cuerpos estaban magullados, arañados golpeados, se me partía el alma de verla pero era o ella o yo.
Cansadas nos acercamos de nuevo al centro del cuadrilátero.
-¿Me volverás a escupir, guarra? – preguntó Laura con la respiración agitada.
-No si no me veo obligada… lo siento.
-No pasa nada- susurró Laura cabizbaja.
Por última vez nos abalanzamos en un fuerte abrazo, estábamos tan sudadas que nuestros cuerpos se pegaban mientras tratábamos de lanzarnos al suelo. Notando las uñas de Laura en la espalda me dejé caer hacia atrás arrastrando conmigo a Laura.
Todo el peso de Laura recaía sobre mi tripa, notaba su coño pegado a mi abdomen pero no tenía tiempo de distráeme, traté de levantarme pero solo conseguí moverla más.
Laura agarró mis dos muñecas dejando que patalease y puso sus labios frente a los míos, despacito y con delicadeza, parecía que me fuera a dar un beso.
Me paralicé un instante, esperando a Laura.
-Para guarra ya estoy yo – gritó antes de escupirme varias veces en la cara.
-Aaaagh para, uufff – gemía mientras giraba de lado a lado la cara, volviendo a patalear tratando de levantarme.
Laura hacia mucha fuerza para retenerme contra la lona, se podía ver en su cara que no era fácil.
Sujetándome ambas muñecas con las manos se levantó y se sentó sobre mi cara, me tenía completamente inmovilizada, a penas hacia fuerza solo con su peso había suficiente para chafarme la cara.
-¿No querías chuparme el culo? Chúpalo ahora todo sudado si quieres, cerda.
Casi ni la oía pero accedí a sus deseos, giré la cabeza resbalando entre el sudor acumulado en sus nalgas y saqué tímidamente la lengua lamiéndole el ano.
Estaba saladita y realmente caliente, me estaba empezando a costar respirar, trataba de librarme las manos como pudiese.
-Auuuch que sucia eres cariño… -decía levantando un poco el culo para que cogiera aire, antes de volverse a dejar caer de golpe.
Me vi atrapada entre sus nalgas sin poder hacer nada más que patalear y tratar de gritar, al borde de pedir la rendición.
De pronto escuche la voz suave de Laura diciéndome –Eres una niña muy sucia…
Tras esas palabras escuche un ruidito, se acababa de tirar un pedo en mi cara apenas se oyó y dudo mucho que los espectadores se dieran cuenta pero yo noté claramente el aire caliente impactar en mi lengua, embriagándome con un desagradable olor.
Cerré con fuerza la boca mordiéndole una nalga, la cerré con fuerza sin importarme nada, clavando fuertemente mis dientes en ella.
Laura se levantó chillando de dolor, le había dejado una buena marca incluso le salían un par de gotas de sangre.
-¡Serás puta y guarra! – grité lanzándome sobre la espalda de Laura.
Le agarré de los hombros tirando de ella hacia atrás y empecé a golpearla con los puños sobre los pechos, con toda la fuerza que puede reunir mientras la insultaba.
-¡Susy para!... ¡Me rindo… para aah… me rindo! – gritó mientras se tapaba la cara asustada.
Tras un par de “me rindo” entre en razón y me paré con el puño alzado.
Tratando de tragar saliva y jadeando baje la mano con los ojos llorosos.
La chica árbitro nos separó y anunció que el castigo sería pospuesto hasta que no pasásemos por enfermería, Laura tenía un buen bocado en el culo y estábamos más que deshidratadas, a ambas nos temblaban las piernas.
Fuimos hasta una pequeña sala cercana al escenario, separadas por aquella chica, calladas sin decirnos nada. Mientras a Laura le desinfectaban la herida con agua oxigenada me acerqué medio llorando.
-Laura… perdón, creo que me he pasado un poco.
-Las dos lo hicimos…- dijo extendiendo los brazos.
Con mucho gusto acepté ese abrazó, agarré fuerte y no la solté hasta que me obligaron.
Nos limpiaron un poco los arañazos, nos dieron agua y al rato vino Marcos sonriendo.
-Joder que espectáculo chicas, ahora Susy sal y acaba con Laura como se te ocurra, humíllala, tienes vía libre.
-¡No!
-¿Cómo qué no? ¿Eres idiota o qué? – preguntó enfadado.
-Hoy te has pasado tres pueblo, no hace falta llegar hasta este extremo, me niego a salir otra vez y seguir dándole, no ves cómo vamos las dos llenas de heridas.
-Mira niñata, aquí soy yo el jefe y si no te gusta…
-¿Me voy? Es fácil, nos vamos tenemos otras ofertas y lo sabes bien.
Marcos nos miró enfadado, pero se calló y se fue dando un portazo.
Laura y yo nos vestimos y nos fuimos antes de lo habitual escuchando como les contaban a los clientes que Laura estaba más herida de lo que parecía y nos habíamos ido al hospital.
El viaje hasta a casa fue lento y silencioso, ambas estábamos bastante magulladas y no nos veíamos con ganas de hablar.
Al llegar a casa nos desnudamos y nos metimos en la cama.
-Laura, te lo diré una última vez, perdóname.
-Ya te dije antes que te perdonaba… -dijo Laura girándose hacia mí.
-Ya pero no me has dado un beso… - dije fingiendo una cara triste.
Nos fundimos en un largo y apasionado beso entre las sabanas.
-Oye Susy… - dijo Laura apagando la luz –Crees que tendremos que buscar otro trabajo…
-No era solo cuestión de imponerse, ¿cuánto crees que gana ese hombre en una noche? Y todas gracias a nosotras, no nos dejará marchar.
-Bueno ya veremos mañana…
-Ufffff… sí, anda pásame el móvil que ponga el despertador que creo que esta en tu mesita…
Tras poner el despertador vi un mensaje de Gus “Me encantan tus nuevas braguitas, el próximo día me traes las que te pusiste las terceras, te he preparado una sorpresa jejeje”
Sin muchas ganas le conteste un simple y soso “OK”, tras eso deje el móvil y me abracé fuerte a Laura que aún estaba pegajosa por el sudor, y ella me abrazó a mí.

Fin, Comentad porfa que ya sabéis que esto me cuesta mucho, además ahora tengo que preparar todos los del verano y búa me veo hasta arriba de faena y con 0 ganas de hacerla. Si este capítulo me quedó algo corto pero alargarlo me parecía innecesario.
Vuestros comentarios son lo único que me anima a seguir escribiendo, en serio comentad (o os pegaré tan fuerte como le di a Laura :P)

lunes, 13 de abril de 2015

Capítulo 12

Capítulo 12
En ese momento en el que me encontraba completamente desnuda delante de un desconocido me dio por pensar sobre cómo había llegado hasta allí, todo tenía una justificación, no había nada de lo que me arrepintiera pero aun así tenía algo de miedo. No podía parar de pensar que me iba a hacer Gustavo, si sería capaz de soportarlo o me vería obligada a huir llorando a los brazos de Laura, tanto una opción como la otra tenían algo en común, que Laura estaría allí apoyándome hiciese lo que hiciese, cosa que me reconfortaba.
-Sígueme si no quieres que te ponga una correa, perra - me dijo Gustavo al ver que se alejaba y yo permanecía inmóvil, absorta en mis pensamientos.
-Sí, claro- dije dando un respingo y de una carrera me puse a su lado para seguir sus pasos obedientemente.
-La sesión de hoy es muy importante, te tengo que explicar todos mis gustos para que me puedas satisfacer en todo lo que quiera.
Asentí mientras le seguía, notando el frio y rugoso suelo bajo mis pies descalzos.
El trayecto se me hizo largo, y más al ver cómo nos íbamos acercando a un enorme potro de madera, era de una madera marrón oscura y de forma triangular con muy poco ángulo, en la parte superior una placa de metal dorado, ya podía imaginar el dolor al posar mi coño encima de tal instrumento.
Mientras lo observaba boquiabierta Gustavo se dirigió al otro lado trasteando bajo el aparto, mirándome a mí y a su juguete, ajustando la altura. Tras eso desplegó un cepo que andaba escondido tras el potro.
-¿Vas a ser buena? ¿O me veré obligado a montar esto?- preguntó sujetando una de las maderas, que por su aspecto parecía muy pesada.
-Seré buena…-dije con voz temblorosa.
Él con el pie me acercó un bloque de madera y muy educadamente me dijo que ya podía subir.
Ayudándome con el bloque me subí al potro apoyando mis brazos en él para no dejar caer todo mi peso de golpe, aun así la sensación era muy incómoda, bastante fria y sobretodo dolorosa, si me echaba hacia atrás me hacía daño en el culo pero era mucho mejor que dejar que el potro me partiera el coño.
-Aparta que te quito esto- me dijo Gustavo al ver como aún no había bajado del todo de ese bloque de madera y no estaba totalmente apoyada en el potro.
Levanté el pie del bloque consiguiendo así dos cosas, que el vértice del potro se hincara más en mi entrepierna y cansar más mis brazos, aunque pareciera que no hacía nada cada vez que me relajaba y dejaba caer un poco más mi cuerpo el dolor se multiplicaba cuantiosamente.
Mientras yo luchaba por mantener mi cuerpo lo más alejado posible de ese instrumento, Gustavo doblo mis rodillas hacia atrás para encadenar mis pies a las argollas del potro. Cuando hubo acabado me preguntó. -¿Traigo esposas?
-No –dije ya algo sudada, me faltaba el aliento y me sentía ridícula en esa posición.
Me solté completamente y me acomodé tratando de ponerme lo más recta posible, entre quejidos y jadeos algún resto de saliva caía y me manchaba el pecho.
-No me gusta que grites tanto, si no tuviera que hablar contigo ya estarías amordazada…- decía entre carcajadas, disfrutando de verme en tan humillante situación.
-Ahhg… perdón… intentare…ufff… callarme…- decía notando como a cada palabra el dolor de mi coño se intensificaba.
-¿Sabes porque te he llamado a ti precisamente? ¿Y no a otras?...- dijo sin intención de dejar que lo interrumpiera mientras yo negaba con la cabeza- Tú y yo nos conocemos bastante…- decía mientras yo ya no sabía cómo ponerme, mis manos pasaron de mis muslos a mi cintura y luego cruzada de brazos.
-Te he pagado varias veces por hacer guarradas delante de la cámara, al principio tú solita y luego con tu amiga esa la tetona.
Lo miré sorprendida mientras notaba los flujos de mi coño mojar mis muslos por la altura de las rodilla casi.
-Sí, yo era el que te pagaba tan bien por cosas de las que tanto te reías zorrita, y ahora eres mía –dijo asustándome bastante.
Tragué saliva y contesté –Si, lo soy…
-¿Ya recuerdas quién soy?
-No, lo siento… hablaba con muchos y había bastante gente que me pedían cosas de lo más raras.
-Te ofrecí varias veces venir a mi casa…- dijo subiendo un poco el tono.
-No eras el único, lo siento…
-Te pedí videos…-gritó desesperado.
-Me los pedían muchos, más de uno incluso me pedía que me grabara en el baño o en la ducha.
-Yo debía ser uno de esos, mira que eres zorra, aún no hemos empezado y ya has empapado el suelo- dijo pisando y esparciendo mis flujos que habían resbalado por mis piernas y por el potro hasta llegar al suelo creando un pequeño charco.
-Lo siento, me mojo con facilidad- dice cabizbaja notando ya mi boca seca.
-Una de tus tareas aquí va a ser proporcionarme esos videos, tranquila puta- dijo al ver que intentaba quejarme- solo los veré yo, si lo haces bien no se te vera nunca la cara y te daré un extra sin que se enteré tu jefe.
Me callé asintiendo.
-Buena chica – me dijo acercándose y pasando un dedo por mi cara- Estas bien sudada ya, me encanta. Quizás te estés haciendo una mala idea de cómo soy, pero si me recordaras, sabrías que soy más bien sumiso, pero me gusta ver sufrir a niñatas como tú.
-¿Cómo yo?- pregunté apartando mi cara de sus manos.
Cogiéndome del pelo con una mano y volviendo a pasar sus dedos por mi cara me contestó.
-Me gustan mucho las mujeres sucias que se dejan hacer, que las pueda cubrir en lefa y me pidan más y que se revuelquen en ella, y sé que eres una guarra de cuidado, te he investigado.
-Pues podrías bajarme de aquí… si eres más bien sumiso.
-Ja ja ja- dijo sarcástico- si estamos muy bien hablando los dos- contestó burlón.
-¿Qué sabes de mí?
-Que te llamas Susana, que borraste tú Facebook hace unos seis meses, que eres de Lérida, que trabajas para un tal Marcos que por dos duros te cuenta lo que quieras- dijo sonriendo- ahh… y que tu novia Laurita adora mearse en tu boca.
-Me conoces bastante bien, acepto grabar esos videos, y encantada de que me reboces en leche pero también tengo condiciones.
Aguantándose la risa me dijo- Adelante.
-No me mancharas la ropa y tienes que dejar salir media hora antes para que pueda ducharme bien.
-Aja… te dejare marchar media hora antes pero si quieres marchar con ropa limpia tráete de repuesto. Sabes que esas son una mierda de condiciones, ¿no?
-No soy muy exigente…
Gustavo me acercó la mano y se la di cerrando así nuestro pacto.
Mientras me desataba los pies me dijo –Por cierto los días que tengas la regla vienes igual eeh.
-Bueno… eeeh, claro…
-Buena niña, hoy no voy a poder usarte como quisiera pero aun así te llevaras un bonito regalo.
Mientras yo me bajaba del potro él se bajaba los pantalones, tenía bastante vello púbico negro y muy rizado pero su pene era más bien corto, no debía sobrepasar de mucho los 10 cm.
-Como lo has dejado todo, cerda, si te llego a poner un vibrador te habrías corrido 5 veces. ¿Qué pasa, qué quieres hacer todas las sesiones sobre el potro?
-No, para nada por favor – supliqué mientes mis piernas aún estaban adormecidas y mi coño dolorido.
-¡Pues límpiamelo bien que esta empapado! –dijo doblándome hacia el potro y poniéndome bien en pompa.
Aun no me había acercado que ya llegaba el olor de mis flujos sobre el potro, empecé a lamerlos mientras pasaba una mano por mi coño enrojecido por el dolor.
-Lo tienes bien rojo, no te lo toques, jaja.- dijo Gus apartándome la mano y sujetándome bien la cintura.
Noté un dedo recorriéndome toda la raja del culo.
-Uaaau estas bien sudadita…
Acto seguido enterró su cara entre mis nalgas paseando su nariz por todo mi culo, acariciándome con la punta mi ano.
-Siempre imagine que olerías bien, pero no tanto – dijo empezando a masturbarse salvajemente.
Mientras aspiraba mi aroma pasó la lengua. –Mmmm, estas saladita – dijo tras el primer lametón al que le siguieron los suficientes para que dejara de haber sudor en mi culo.
-Ahora que lo tienes bien limpio es hora de rellenarte como a un pavo.
-Vale – jadee con la lengua pegada al potro, saboreándolo gustosamente.
Gus me apartó el pelo de la cara, con toda la delicadeza que pudo, argumentando que quería ver mi carita de zorra mientras me enculaba.
Sujetó mis dos nalgas con sus manos, abriéndolas bien y posó su capullo sobre mi ano.
Tras frotar un poco su, ya algo húmedo, prepucio por mi estrecho agujerito empezó a empujar dejando que este cediera poco a poco.
Lo cierto es que no me habían enculado con tanta delicadeza desde hacía mucho y se agradecía, mi coño seguía tan mojado como cuando bajé del potro. Mi boca se abría del gusto sin poder evitar jadear y babear.
-Con lo estrecho que es y lo abierto que lo tenías ayer- decía Gus mientras empezaba a sacarlo, de nuevo con suma delicadeza.
-Es que ayer mi novia me metió el puño la muy bruta…
Mientras pasaba una mano por mi pubis con dulzura, aliviándome el dolor y dándome placer, me contestó- Bueno, méteselo tú hoy a ella…
Sus caricias no cesaban mientras seguía follándome poco a poco el culo y me hacía sonreír, después de todo este trabajo no estaba mal, pero había cambiado de humor un par de veces y eso no me gustaba mucho.
-Me corro- gritó de golpe, y casi sin darme tiempo a reaccionar noté varios chorros de abundante semen caliente dentro de mí.
Gustavo respiraba agitadamente, mientras amasaba mis nalgas, limpiando sus manos de mis flujos y dejándolas bien pringadas.
Sacó su miembro de mi culo y apretó su pulgar sobre mi ano –No lo eches fuera.
-Vale – le contesté levantándome haciendo un esfuerzo para que su corrida no cayera.
Para lo poco que había durado era una buena cantidad de leche.
Mientras Gustavo acariciaba mis nalgas entre jadeos me dijo –Suéltalo ahora.
-Pero…
-¡Cállate! Quiero que te sientas sucia- me gritó pasado un dedo por mi ano pringado en su semen.
Me relajé un poco, me fue difícil pues Gus me tiraba del pelo obligándome a mirarle, pude ver como un chorro de leche espesa salía de mi ano embadurnando la mano de Gustavo que, sin ningún pudor, seguía acariciándome.
-Más – me pedía entre risas.
-No sale más – dije entre quejas mientras él tiraba de mi pelo.
-Aprieta niñata – contestó soltándome el pelo y apretándome en el abdomen.
Hice algo de fuerza y asombrada, vi salir pequeñas cantidades de semen de mi culo, no había mucha cantidad pero iba saliendo.
Gustavo estaba de nuevo empalmado, mientras me untaba el ano con el semen que salía de mi culo, formando pequeñas burbujitas mientras yo empezaba a calentarme de nuevo.
-Te tendría que haber vuelto a subir ahí – dijo señalando el potro- me abrías hecho caso a la primera.
-Es que, son gustos muy raros los suyos y tengo que acostumbrarme –dije poniendo cara de niña buena- perdóneme, es mi primer día.
Con la mano llena de semen me agarró de las dos mejillas apretándomelas fuerte haciéndome sacar los morros –Te perdonaré, esta vez…
Con los labios salidos le di las gracias mientras notaba el viscoso y sucio semen ensuciar mi cara.
-Abre la boca y saca la lengua – me pidió mientras embadurnaba mi cara en leche.
Tras obedecerle recogió con dos dedos todo el semen que pudo y me los metió en la boca, apretándolos violentamente contra mi lengua y mi garganta.
Notaba el sabor del semen y el leve regusto de sus dedos sacados de mi culo, me caían las lágrimas mientras trataba de no vomitar, no por el sabor sino por la presión que ejercían sus dedos, la forma en que los entraba tratando de llegar lo más hondo posible.
No pude soportarlo un segundo más, justo cuando sacó sus dedos de mi boca me vino una bocanada de vómito, justo cerré la boca tapándomela con la mano.
Gustavo me miró satisfecho y con una sonrisa en la cara se agachó un poco para hablarme acercando su cara a la mía – Las niñas buenas no vomitan… trágatelo.
Notaba esa gran cantidad de un fluido retenido en mi boca, caliente, ácido y con grumos. No podía discutir con la boca llena y se me acababa el tiempo para decidir qué hacer, tener eso en la boca me daba más arcadas, si esperaba más acabaría vomitando hasta la primera papilla.
Tragué, despació notándolo deslizar garganta abajo volviendo de nuevo al estómago.
-Uggghh – grité cogiendo aire – que asco.
-Mejor eso que limpiarlo del suelo con la lengua – me contestó Gus acariciándome la cabeza como si recompensara a una buena perra.
Aun recuperándome le pregunté -¿Eso fue un accidente o va a ser lo habitual?
-Me da casi tanto asco verte vomitar como a ti hacerlo, ¿Contesté la pregunta?
Asentí con la cabeza y me aparté el pelo de la cara.
-¿Y ahora?...¿Falta mucho?
Gustavo miró su reloj sonriendo – Llevas una hora y cuarto, más o menos, pero ves a darte una ducha y pararemos hoy. Ven coge tu ropa, me dijo mientras él se vestía.
Seguí a Gus por su mazmorra hasta llegar a la puerta donde todo comenzó, él agarró mi ropa de un zarpazo y se la llevo a la nariz, olisqueando sobretodo mi ropa interior, tras aspirar su aroma una vez me la dio.
-No hace falta que te la pongas ahora, vamos a mi habitación que tengo una bañera que ya verás…
Lo seguí, tímida y con toda mi ropa hecha una bola, tratando de taparme el pubis con ella, nos cruzamos con una par de criados que me miraron relamiéndose al cruzarme con ellos.
Cuando llegamos a su habitación quedé fascinada. Aquello era dos veces más grande que el apartamento donde vivía, y eso sin contar el vestidor y el baño.
Gustavo fue directo al baño.
-¿No me enseñas la habitación? – pregunté desde la puerta sonriendo.
-Ahí está la cama donde duermo y ahí la puerta del baño- contestó seco.
Lo seguí y tras entrar en el baño, colgué en la puerta la ropa lo mejor que pude aunque ya estaba algo arrugada.
En la bañera cabíamos 3 como yo, era de pizarra, e incluso tenia reposacabezas acolchados. Mientras yo miraba embobada esa piscina olímpica, Gus encendió el agua dejando que se fuera llenando.
Cuando estuvo llena se arrodilló poniendo la mano para tomarle la temperatura y girándose me dijo –Ya puedes meterte.
-Tengo que ir al baño antes…
Me miro sonriendo –Ahí lo tienes…
Me senté en la taza del váter, él seguía ahí arrodillado frente a la bañera y dándome la espalda. Cuando empecé a orinar se giró mirándome curioso, me puse algo roja pero intenté actuar como si no pasara nada.
Cuando acabé me ofreció la mano para ayudarme a entrar, sin levantarse.
-¿El jabón y esas cosas dónde están?- pregunté sumergiendo mi cuerpo en el agua.
-Tranquila…
Me dejé caer hasta sumergirme del todo, incluyendo la cabeza, cuando la volví a sacar Gus pasó su mano con mucho mimo por mi cara y mi pelo, escurriendo los restos de agua que quedaban.
-Gracias – dije sonrojada.
Gustavo cogió una esponja, le tendí la mano para que me la diera pero en vez de eso la lleno de jabón apretándola con la mano para hacer espuma.
-Incorpórate un poco… -me pidió ayudándome a echarme hacia delante con una mano en mi espalda.
-Puedo hacerlo solita, de verdad, me da un poco de corte que me bañes.
-Me has pedido que quieres salir limpia de aquí todos los días, y me encargaré personalmente que así sea.
-¡No me refería a eso…!
-Relájate.
Noté la esponja suave, frotándose en círculos por mis hombros, con delicadeza, con mimo, con mucho amor mientras Gus sonreía, parecía feliz como si estuviera bañando a su hija.
El calor del agua junto a esas caricias que bajaban por mi espalda recorriéndola cuidando de no dejarse un solo centímetro de piel, realmente estaba consiguiendo que me relajara.
Gus sacó la esponja del agua escurriéndola un poco y me la pasó por el pecho, de nuevo con delicadeza y sin vergüenza alguna bajó hasta recorrer con ella mis senos, haciendo pequeños círculos sin apretarlos mucho.
-Así… justo ahí – pedía mientras él sin si quiera inmutarse seguía su recorrido.
Su mano iba bajando, mientras frotaba mi tripita bajo el agua.
-Levántate un momento, por favor.
Me levanté obediente separando un poco las piernas, mientras él aun de rodillas frotó su esponja por mi coño.
-Lo tienes muy rojo, deberías ponerte algo.
-¿El qué?- pregunté pensando que él ya tendría un poco de práctica en esto.
-No tengo ni idea- me contestó mientras frotaba mis muslos, pasando la esponja por mi culo – puedes volver a meterte, no cojas frio.
Me senté de nuevo en la bañera, él me sujetó un pie levantándomelo para poder enjabonarme las piernas.
Al escucharlo suspirar le pregunté coqueta -¿Te gustan mis pies?
-Me encantan, son pequeños pero tienen la forma perfecta, y… son tan suaves… - dijo tras soltar la esponja y empezar a acariciar mi pie con ambas manos.
-Me alegra oír eso – contesté levantando la otra pierna para que me lo enjabonara.
Gus soltó mi pie enseguida y se puso con mi otra pierna, de nuevo acareándome el pie.
En cuanto acabó traté de levantarme, pero Gustavo me sujetó el brazo.
-Falta el pelo, te lo he dejado muy sucio…
-No hace falta, de veras me hago una cola y ya…
Gus me indicó con la mano que apoyara la cabeza en esos reposacabezas acolchados, mientras fue a buscar el champú.
-¿Quieres el mío, anticaspa y cítrico o este de frambuesas y frutos del bosque?
-El de frambuesas, por favor.
-El próximo día trae del tuyo, me gusta como huele tu pelo.
-Claro… -contesté un poco sorprendida, aunque ya casi me podía esperar casi cualquier cosa.
Sin que me lo esperase noté un buen chorro de frio champú en mi cabeza, seguido de las grandes manos de Gus, que con movimientos firmes pero cuidadosos enjabonaban mi pelo.
-Creo que has puesto mucho…
-Bueno, tu calla y cierra los ojos – contestó recogiendo la espuma que estaba a punto de caerme a la cara.
Yo obediente cerré los ojos, pero, aun así me entró algo. Me estaba acariciando bajo las orejas mientras me enjabonaba, me masajeaba el cuello y me mimaba a más no poder.
Gustavo encendió de nuevo el agua y me aclaró el pelo, para cuando abrí los ojos ya me esperaba con un albornoz blanco, parecía de algún balneario y me quedaba enorme. Me ayudó a ponérmelo y me pidió que lo siguiera.
Ambos nos sentamos en esquina de su cama.
-Mira Susana…
-Puedes llamarme Susy, si quieres.
Me miró con mala cara –Mira Susy, te puedes ir ya pero antes quiero darte algo.
Gustavo se levantó y rebuscó en uno de los cajones de su mesita.
-Toma – dijo ofreciéndome una tarjeta.
La miré y vi que era una tarjeta de crédito, con mi nombre y mis apellido, sorprendida le pregunté -¿Qué coñ… para qué es esto?
-Soy un hombre generoso… - dijo sonriendo.
-¿Pero estás loco o qué? ¿Y si te llegó a decir que no? ¿O me largo con ella?
-No llegarías muy lejos, jaja no ves que te localizaría enseguida, y mira, te la doy porque reconozco que soy un poco caprichoso y te voy a pedir muchas cosas, es mejor que tengas algo con que pagarlas que no tener que ir dándote dinero cada semana.
-Aaahh.
-¿Qué clase de cosas? – pregunté curiosa.
-Ropa, juguetes y el transporte, seguro que tú eres la que mejor acierta con la talla, y bueno te dije que te pagaría los videos, por cada video que te pida sácate de ahí algo.
-¿Algo? ¿Cuánto?
-No sé, ¿100 te parece justo? No, mejor 200 ¿vale?
-Va-vale.
-Ah y si quieres aumentarte el pecho te lo pago encantado, ya me lo cobraré luego en carnes.
-Definitivamente tú estás loco…
-Piénsalo, anda vístete y vete a casa.
Me quedé un instante embobada y me levanté quitándome el albornoz y vistiéndome, antes de irme le di dos besos. De nuevo me llevó el mismo chico en coche.
El tiempo que pasé en la estación y en el tren estuve pensando en cómo explicarle esto a Laura, por un instante pensé en mentirle, decirle que era algo de lo más normal solo 3 horas de sexo y no preocuparla, pero llegué a la conclusión que eso era una soberana tontería.
El tren llegó puntual, no hubo quién ni qué que pudiera pararme, marche hasta casa a todo trapo, sin saber con certeza di Laura estaría en ella.
Puse la llave en la puerta cuidadosamente y la giré lentamente, no estaba cerrada con llave, así que Laura debía estar por ahí.
Me descalcé en silencio y me asome al salón de puntitas pero Laura no estaba, con el mismo cuidado me dirigí a la habitación que, de nuevo, estaba vacía.
Era muy raro – ¿Estará en el baño?- me pregunté.
De camino al baño escuché la nevera abrirse.
Me asome por la puerta de la cocina y vi las piernas desnudas de Laura asomar tras la puerta de la nevera y me escondí al otro lado de la puerta.
Cuando Laura cerró la puerta dio un pequeño bote – Uyyyy, ¿qué haces aquí tan pronto?
Sin responderle nada me puse de puntitas y le di un piquito, lo suficiente como para saborear sus labios pero sin excederme.
Laura solo llevaba una camiseta vieja y las braguitas.
-Qué guapa estás. Es el primer día y no me dejó salir antes, ¿vas a hacer huevos fritos o tortilla? – le pregunté al ver que llevaba 4 huevos en la mano.
-Eehh – me contestó frunciendo el ceño- aaah esto, no es que iba a hacer un pastelito para una chica muy mona que tiene que llegar dentro de un rato.
-¿Y quién es esa fulana?
-Una mujercita, más o menos de esta altura – me decía riéndose colocando la mano junto a mi cabeza- así morenita, poco pecho, te caería bien.
-Bueno pues luego me la presentas… pero otra cosa…
-¿Si?- preguntó partiendo los huevos.
-Tú y la cocina no os lleváis muy bien, ¿estás segura que no la envenenaras?
-He mirado la receta en internet, no hace falta un máster – me dijo burlona.
-No pero encender el horno sí… - le contesté encendiendo el horno y retirando la bandeja – anda ven que te enseñe.
-Vale – contestó besándome en la frente- Uuy huele raro.
-Es el champú del trabajo.
-Jo, vienes antes, te duchas, ¿qué has hecho en todo el día tocarte el chirri?
-No algunas no tenemos, tanta suerte como tú…
-Oye que yo he barrido, he fregado y encima te haré un pastel – contestó azotando mi culo y luego amasándolo.
-Gracias cariño, anda trae la harina, el azúcar y la levadura.
Mientras me la traía me preguntaba – Va Susy ahora en serio ¿Qué tal tú día?
-Ese hombre es muy raro, pero se ve majo y me mima mucho.
-¿Mimar? ¿En qué sentido?
-En casi todos, me ha follado el culo con un cariño con el que no recuerdo que me lo hayan hecho antes, y luego me ayudó a bañarme y todo.
-Vaya, ¿y te ha gustado? – preguntó Laura algo seria.
Le contesté con una sonrisa de oreja a oreja y con los dedos haciéndole un gesto indicándole lo larga que la tenía Gustavo.
-Jajaja, vamos que no te llena…
-Eso mismo, además tú ya sabes que a veces me gusta duro.
Tras poner el bizcocho en el horno le pregunté a Laura – ¿De qué lo quieres rellenar o recubrir?
-Si quieres hay nocilla, no tenía pensado rellenarlo de nada ni cubrirlo.
-Ayy si es que… anda vamos al comedor.
-¿Para qué? –preguntó Laura.
-No me gusta follar en la cocina, hay muchas cosas con las que te puedes quemar el culo – dije sonriendo- es broma quiero enseñarte una cosita.
Saqué del bolso la tarjeta de crédito –Mira que me han dado, tachaaan.
-¿Para qué?
-Jaja eso mismo me pregunté yo, se ve que es para que me compre la ropa que él quiere, para que pague los viajes en tren, y por si quiero ponerme una 130 de pecho, jaja.
-¡Qué dices loca!
-Todo es cierto eeeh… pero ni loca me voy a operar, se ve que le gustan pequeñitas y pechugonas pero se va a tener que conformar con mis peritas.
-Bueno yo me las operé y estoy muy contenta de cómo me quedaron – dijo Laura tratando de convencerme.
-Son perfectas guapa, pero no creo que me gustará como quedaran además tan grandes deben ser algo incomodas.
-Te acostumbras…- contestaba Laura tocándoselas por encima de la camiseta.
Poniendo la mano bajo la suya dejé que me guiara haciéndole caricias, realmente eran muy suaves y me encantaba tocárselas pero aun así no me sentía convencida.
Mi otra mano empezó a levantar la camiseta de Laura dejándosela puesta mientras bajaba su sujetador.
-Te he echado mucho de menos…
Laura suspiraba mientras mis manos acariciaban sus dos pezones y la dirigía hacia el sofá, donde la senté y me puse a horcajas sobre su regazo.
-¿Mucho?- preguntaba Laura sonriendo.
-No te lo puedes llegar a imaginar…
Acerqué mi boca a uno de sus pechos besándole bajo el pezón varias veces, dejando con mis labios pequeños restos de saliva mientras subía poco a poco.
Mientras le acariciaba ambos pechos y le chupaba un pezón ella desabrochaba la bragueta de mi pantalón.
-Uff, si que vas ceñida hoy… - murmuraba mientras tiraba de mis jeans hacia abajo y agarraba mis nalgas con ambas manos por encima de las bragas.
Mientras Laura se abría camino entre mis pantalones yo empecé a morderle los pezones para ponérselo más difícil, aunque no se quejó para nada.
Para cuando me bajó la ropa interior y empezó a acariciarme el coño con sus finos dedos sonó el timbre del horno cortándonos todo el rollo. Me levanté subiéndome las bragas y los pantalones de un tirón.
-Hay que ir cariño, luego seguimos – argumenté al verla con carita de pena esperando en el sofá.
Y esta es la historia de Susy, Laura y el bizcocho de limón. FIN.
Jejeje, ¿Qué, os ha gustado? Si es así hacédmelo saber por los comentarios, es la única forma que tengo de recibir vuestra gratitud y vuestro apoyo, me motivan mucho y me hacen seguir, sobre todo cuando estoy de bajón o no me apetece. Desgraciadamente no hay muchos últimamente :( no sé si os gusta, os repugna, si debería seguir o mandar todo est proyecto a la mierda y abandonar el blog.





 En ese momento en el que me encontraba completamente desnuda delante de un desconocido me dio por pensar sobre cómo había llegado hasta allí, todo tenía una justificación, no había nada de lo que me arrepintiera pero aun así tenía algo de miedo. No podía parar de pensar que me iba a hacer Gustavo, si sería capaz de soportarlo o me vería obligada a huir llorando a los brazos de Laura, tanto una opción como la otra tenían algo en común, que Laura estaría allí apoyándome hiciese lo que hiciese, cosa que me reconfortaba.
-Sígueme si no quieres que te ponga una correa, perra - me dijo Gustavo al ver que se alejaba y yo permanecía inmóvil, absorta en mis pensamientos.
-Sí, claro- dije dando un respingo y de una carrera me puse a su lado para seguir sus pasos obedientemente.
-La sesión de hoy es muy importante, te tengo que explicar todos mis gustos para que me puedas satisfacer en todo lo que quiera.
Asentí mientras le seguía, notando el frio y rugoso suelo bajo mis pies descalzos.
El trayecto se me hizo largo, y más al ver cómo nos íbamos acercando a un enorme potro de madera, era de una madera marrón oscura y de forma triangular con muy poco ángulo, en la parte superior una placa de metal dorado, ya podía imaginar el dolor al posar mi coño encima de tal instrumento.
Mientras lo observaba boquiabierta Gustavo se dirigió al otro lado trasteando bajo el aparto, mirándome a mí y a su juguete, ajustando la altura. Tras eso desplegó un cepo que andaba escondido tras el potro.
-¿Vas a ser buena? ¿O me veré obligado a montar esto?- preguntó sujetando una de las maderas, que por su aspecto parecía muy pesada.
-Seré buena…-dije con voz temblorosa.
Él con el pie me acercó un bloque de madera y muy educadamente me dijo que ya podía subir.
Ayudándome con el bloque me subí al potro apoyando mis brazos en él para no dejar caer todo mi peso de golpe, aun así la sensación era muy incómoda, bastante fria y sobretodo dolorosa, si me echaba hacia atrás me hacía daño en el culo pero era mucho mejor que dejar que el potro me partiera el coño.
-Aparta que te quito esto- me dijo Gustavo al ver como aún no había bajado del todo de ese bloque de madera y no estaba totalmente apoyada en el potro.
Levanté el pie del bloque consiguiendo así dos cosas, que el vértice del potro se hincara más en mi entrepierna y cansar más mis brazos, aunque pareciera que no hacía nada cada vez que me relajaba y dejaba caer un poco más mi cuerpo el dolor se multiplicaba cuantiosamente.
Mientras yo luchaba por mantener mi cuerpo lo más alejado posible de ese instrumento, Gustavo doblo mis rodillas hacia atrás para encadenar mis pies a las argollas del potro. Cuando hubo acabado me preguntó. -¿Traigo esposas?
-No –dije ya algo sudada, me faltaba el aliento y me sentía ridícula en esa posición.
Me solté completamente y me acomodé tratando de ponerme lo más recta posible, entre quejidos y jadeos algún resto de saliva caía y me manchaba el pecho.
-No me gusta que grites tanto, si no tuviera que hablar contigo ya estarías amordazada…- decía entre carcajadas, disfrutando de verme en tan humillante situación.
-Ahhg… perdón… intentare…ufff… callarme…- decía notando como a cada palabra el dolor de mi coño se intensificaba.
-¿Sabes porque te he llamado a ti precisamente? ¿Y no a otras?...- dijo sin intención de dejar que lo interrumpiera mientras yo negaba con la cabeza- Tú y yo nos conocemos bastante…- decía mientras yo ya no sabía cómo ponerme, mis manos pasaron de mis muslos a mi cintura y luego cruzada de brazos.
-Te he pagado varias veces por hacer guarradas delante de la cámara, al principio tú solita y luego con tu amiga esa la tetona.
Lo miré sorprendida mientras notaba los flujos de mi coño mojar mis muslos por la altura de las rodilla casi.
-Sí, yo era el que te pagaba tan bien por cosas de las que tanto te reías zorrita, y ahora eres mía –dijo asustándome bastante.
Tragué saliva y contesté –Si, lo soy…
-¿Ya recuerdas quién soy?
-No, lo siento… hablaba con muchos y había bastante gente que me pedían cosas de lo más raras.
-Te ofrecí varias veces venir a mi casa…- dijo subiendo un poco el tono.
-No eras el único, lo siento…
-Te pedí videos…-gritó desesperado.
-Me los pedían muchos, más de uno incluso me pedía que me grabara en el baño o en la ducha.
-Yo debía ser uno de esos, mira que eres zorra, aún no hemos empezado y ya has empapado el suelo- dijo pisando y esparciendo mis flujos que habían resbalado por mis piernas y por el potro hasta llegar al suelo creando un pequeño charco.
-Lo siento, me mojo con facilidad- dice cabizbaja notando ya mi boca seca.
-Una de tus tareas aquí va a ser proporcionarme esos videos, tranquila puta- dijo al ver que intentaba quejarme- solo los veré yo, si lo haces bien no se te vera nunca la cara y te daré un extra sin que se enteré tu jefe.
Me callé asintiendo.
-Buena chica – me dijo acercándose y pasando un dedo por mi cara- Estas bien sudada ya, me encanta. Quizás te estés haciendo una mala idea de cómo soy, pero si me recordaras, sabrías que soy más bien sumiso, pero me gusta ver sufrir a niñatas como tú.
-¿Cómo yo?- pregunté apartando mi cara de sus manos.
Cogiéndome del pelo con una mano y volviendo a pasar sus dedos por mi cara me contestó.
-Me gustan mucho las mujeres sucias que se dejan hacer, que las pueda cubrir en lefa y me pidan más y que se revuelquen en ella, y sé que eres una guarra de cuidado, te he investigado.
-Pues podrías bajarme de aquí… si eres más bien sumiso.
-Ja ja ja- dijo sarcástico- si estamos muy bien hablando los dos- contestó burlón.
-¿Qué sabes de mí?
-Que te llamas Susana, que borraste tú Facebook hace unos seis meses, que eres de Lérida, que trabajas para un tal Marcos que por dos duros te cuenta lo que quieras- dijo sonriendo- ahh… y que tu novia Laurita adora mearse en tu boca.
-Me conoces bastante bien, acepto grabar esos videos, y encantada de que me reboces en leche pero también tengo condiciones.
Aguantándose la risa me dijo- Adelante.
-No me mancharas la ropa y tienes que dejar salir media hora antes para que pueda ducharme bien.
-Aja… te dejare marchar media hora antes pero si quieres marchar con ropa limpia tráete de repuesto. Sabes que esas son una mierda de condiciones, ¿no?
-No soy muy exigente…
Gustavo me acercó la mano y se la di cerrando así nuestro pacto.
Mientras me desataba los pies me dijo –Por cierto los días que tengas la regla vienes igual eeh.
-Bueno… eeeh, claro…
-Buena niña, hoy no voy a poder usarte como quisiera pero aun así te llevaras un bonito regalo.
Mientras yo me bajaba del potro él se bajaba los pantalones, tenía bastante vello púbico negro y muy rizado pero su pene era más bien corto, no debía sobrepasar de mucho los 10 cm.
-Como lo has dejado todo, cerda, si te llego a poner un vibrador te habrías corrido 5 veces. ¿Qué pasa, qué quieres hacer todas las sesiones sobre el potro?
-No, para nada por favor – supliqué mientes mis piernas aún estaban adormecidas y mi coño dolorido.
-¡Pues límpiamelo bien que esta empapado! –dijo doblándome hacia el potro y poniéndome bien en pompa.
Aun no me había acercado que ya llegaba el olor de mis flujos sobre el potro, empecé a lamerlos mientras pasaba una mano por mi coño enrojecido por el dolor.
-Lo tienes bien rojo, no te lo toques, jaja.- dijo Gus apartándome la mano y sujetándome bien la cintura.
Noté un dedo recorriéndome toda la raja del culo.
-Uaaau estas bien sudadita…
Acto seguido enterró su cara entre mis nalgas paseando su nariz por todo mi culo, acariciándome con la punta mi ano.
-Siempre imagine que olerías bien, pero no tanto – dijo empezando a masturbarse salvajemente.
Mientras aspiraba mi aroma pasó la lengua. –Mmmm, estas saladita – dijo tras el primer lametón al que le siguieron los suficientes para que dejara de haber sudor en mi culo.
-Ahora que lo tienes bien limpio es hora de rellenarte como a un pavo.
-Vale – jadee con la lengua pegada al potro, saboreándolo gustosamente.
Gus me apartó el pelo de la cara, con toda la delicadeza que pudo, argumentando que quería ver mi carita de zorra mientras me enculaba.
Sujetó mis dos nalgas con sus manos, abriéndolas bien y posó su capullo sobre mi ano.
Tras frotar un poco su, ya algo húmedo, prepucio por mi estrecho agujerito empezó a empujar dejando que este cediera poco a poco.
Lo cierto es que no me habían enculado con tanta delicadeza desde hacía mucho y se agradecía, mi coño seguía tan mojado como cuando bajé del potro. Mi boca se abría del gusto sin poder evitar jadear y babear.
-Con lo estrecho que es y lo abierto que lo tenías ayer- decía Gus mientras empezaba a sacarlo, de nuevo con suma delicadeza.
-Es que ayer mi novia me metió el puño la muy bruta…
Mientras pasaba una mano por mi pubis con dulzura, aliviándome el dolor y dándome placer, me contestó- Bueno, méteselo tú hoy a ella…
Sus caricias no cesaban mientras seguía follándome poco a poco el culo y me hacía sonreír, después de todo este trabajo no estaba mal, pero había cambiado de humor un par de veces y eso no me gustaba mucho.
-Me corro- gritó de golpe, y casi sin darme tiempo a reaccionar noté varios chorros de abundante semen caliente dentro de mí.
Gustavo respiraba agitadamente, mientras amasaba mis nalgas, limpiando sus manos de mis flujos y dejándolas bien pringadas.
Sacó su miembro de mi culo y apretó su pulgar sobre mi ano –No lo eches fuera.
-Vale – le contesté levantándome haciendo un esfuerzo para que su corrida no cayera.
Para lo poco que había durado era una buena cantidad de leche.
Mientras Gustavo acariciaba mis nalgas entre jadeos me dijo –Suéltalo ahora.
-Pero…
-¡Cállate! Quiero que te sientas sucia- me gritó pasado un dedo por mi ano pringado en su semen.
Me relajé un poco, me fue difícil pues Gus me tiraba del pelo obligándome a mirarle, pude ver como un chorro de leche espesa salía de mi ano embadurnando la mano de Gustavo que, sin ningún pudor, seguía acariciándome.
-Más – me pedía entre risas.
-No sale más – dije entre quejas mientras él tiraba de mi pelo.
-Aprieta niñata – contestó soltándome el pelo y apretándome en el abdomen.
Hice algo de fuerza y asombrada, vi salir pequeñas cantidades de semen de mi culo, no había mucha cantidad pero iba saliendo.
Gustavo estaba de nuevo empalmado, mientras me untaba el ano con el semen que salía de mi culo, formando pequeñas burbujitas mientras yo empezaba a calentarme de nuevo.
-Te tendría que haber vuelto a subir ahí – dijo señalando el potro- me abrías hecho caso a la primera.
-Es que, son gustos muy raros los suyos y tengo que acostumbrarme –dije poniendo cara de niña buena- perdóneme, es mi primer día.
Con la mano llena de semen me agarró de las dos mejillas apretándomelas fuerte haciéndome sacar los morros –Te perdonaré, esta vez…
Con los labios salidos le di las gracias mientras notaba el viscoso y sucio semen ensuciar mi cara.
-Abre la boca y saca la lengua – me pidió mientras embadurnaba mi cara en leche.
Tras obedecerle recogió con dos dedos todo el semen que pudo y me los metió en la boca, apretándolos violentamente contra mi lengua y mi garganta.
Notaba el sabor del semen y el leve regusto de sus dedos sacados de mi culo, me caían las lágrimas mientras trataba de no vomitar, no por el sabor sino por la presión que ejercían sus dedos, la forma en que los entraba tratando de llegar lo más hondo posible.
No pude soportarlo un segundo más, justo cuando sacó sus dedos de mi boca me vino una bocanada de vómito, justo cerré la boca tapándomela con la mano.
Gustavo me miró satisfecho y con una sonrisa en la cara se agachó un poco para hablarme acercando su cara a la mía – Las niñas buenas no vomitan… trágatelo.
Notaba esa gran cantidad de un fluido retenido en mi boca, caliente, ácido y con grumos. No podía discutir con la boca llena y se me acababa el tiempo para decidir qué hacer, tener eso en la boca me daba más arcadas, si esperaba más acabaría vomitando hasta la primera papilla.
Tragué, despació notándolo deslizar garganta abajo volviendo de nuevo al estómago.
-Uggghh – grité cogiendo aire – que asco.
-Mejor eso que limpiarlo del suelo con la lengua – me contestó Gus acariciándome la cabeza como si recompensara a una buena perra.
Aun recuperándome le pregunté -¿Eso fue un accidente o va a ser lo habitual?
-Me da casi tanto asco verte vomitar como a ti hacerlo, ¿Contesté la pregunta?
Asentí con la cabeza y me aparté el pelo de la cara.
-¿Y ahora?...¿Falta mucho?
Gustavo miró su reloj sonriendo – Llevas una hora y cuarto, más o menos, pero ves a darte una ducha y pararemos hoy. Ven coge tu ropa, me dijo mientras él se vestía.
Seguí a Gus por su mazmorra hasta llegar a la puerta donde todo comenzó, él agarró mi ropa de un zarpazo y se la llevo a la nariz, olisqueando sobretodo mi ropa interior, tras aspirar su aroma una vez me la dio.
-No hace falta que te la pongas ahora, vamos a mi habitación que tengo una bañera que ya verás…
Lo seguí, tímida y con toda mi ropa hecha una bola, tratando de taparme el pubis con ella, nos cruzamos con una par de criados que me miraron relamiéndose al cruzarme con ellos.
Cuando llegamos a su habitación quedé fascinada. Aquello era dos veces más grande que el apartamento donde vivía, y eso sin contar el vestidor y el baño.
Gustavo fue directo al baño.
-¿No me enseñas la habitación? – pregunté desde la puerta sonriendo.
-Ahí está la cama donde duermo y ahí la puerta del baño- contestó seco.
Lo seguí y tras entrar en el baño, colgué en la puerta la ropa lo mejor que pude aunque ya estaba algo arrugada.
En la bañera cabíamos 3 como yo, era de pizarra, e incluso tenia reposacabezas acolchados. Mientras yo miraba embobada esa piscina olímpica, Gus encendió el agua dejando que se fuera llenando.
Cuando estuvo llena se arrodilló poniendo la mano para tomarle la temperatura y girándose me dijo –Ya puedes meterte.
-Tengo que ir al baño antes…
Me miro sonriendo –Ahí lo tienes…
Me senté en la taza del váter, él seguía ahí arrodillado frente a la bañera y dándome la espalda. Cuando empecé a orinar se giró mirándome curioso, me puse algo roja pero intenté actuar como si no pasara nada.
Cuando acabé me ofreció la mano para ayudarme a entrar, sin levantarse.
-¿El jabón y esas cosas dónde están?- pregunté sumergiendo mi cuerpo en el agua.
-Tranquila…
Me dejé caer hasta sumergirme del todo, incluyendo la cabeza, cuando la volví a sacar Gus pasó su mano con mucho mimo por mi cara y mi pelo, escurriendo los restos de agua que quedaban.
-Gracias – dije sonrojada.
Gustavo cogió una esponja, le tendí la mano para que me la diera pero en vez de eso la lleno de jabón apretándola con la mano para hacer espuma.
-Incorpórate un poco… -me pidió ayudándome a echarme hacia delante con una mano en mi espalda.
-Puedo hacerlo solita, de verdad, me da un poco de corte que me bañes.
-Me has pedido que quieres salir limpia de aquí todos los días, y me encargaré personalmente que así sea.
-¡No me refería a eso…!
-Relájate.
Noté la esponja suave, frotándose en círculos por mis hombros, con delicadeza, con mimo, con mucho amor mientras Gus sonreía, parecía feliz como si estuviera bañando a su hija.
El calor del agua junto a esas caricias que bajaban por mi espalda recorriéndola cuidando de no dejarse un solo centímetro de piel, realmente estaba consiguiendo que me relajara.
Gus sacó la esponja del agua escurriéndola un poco y me la pasó por el pecho, de nuevo con delicadeza y sin vergüenza alguna bajó hasta recorrer con ella mis senos, haciendo pequeños círculos sin apretarlos mucho.
-Así… justo ahí – pedía mientras él sin si quiera inmutarse seguía su recorrido.
Su mano iba bajando, mientras frotaba mi tripita bajo el agua.
-Levántate un momento, por favor.
Me levanté obediente separando un poco las piernas, mientras él aun de rodillas frotó su esponja por mi coño.
-Lo tienes muy rojo, deberías ponerte algo.
-¿El qué?- pregunté pensando que él ya tendría un poco de práctica en esto.
-No tengo ni idea- me contestó mientras frotaba mis muslos, pasando la esponja por mi culo – puedes volver a meterte, no cojas frio.
Me senté de nuevo en la bañera, él me sujetó un pie levantándomelo para poder enjabonarme las piernas.
Al escucharlo suspirar le pregunté coqueta -¿Te gustan mis pies?
-Me encantan, son pequeños pero tienen la forma perfecta, y… son tan suaves… - dijo tras soltar la esponja y empezar a acariciar mi pie con ambas manos.
-Me alegra oír eso – contesté levantando la otra pierna para que me lo enjabonara.
Gus soltó mi pie enseguida y se puso con mi otra pierna, de nuevo acareándome el pie.
En cuanto acabó traté de levantarme, pero Gustavo me sujetó el brazo.
-Falta el pelo, te lo he dejado muy sucio…
-No hace falta, de veras me hago una cola y ya…
Gus me indicó con la mano que apoyara la cabeza en esos reposacabezas acolchados, mientras fue a buscar el champú.
-¿Quieres el mío, anticaspa y cítrico o este de frambuesas y frutos del bosque?
-El de frambuesas, por favor.
-El próximo día trae del tuyo, me gusta como huele tu pelo.
-Claro… -contesté un poco sorprendida, aunque ya casi me podía esperar casi cualquier cosa.
Sin que me lo esperase noté un buen chorro de frio champú en mi cabeza, seguido de las grandes manos de Gus, que con movimientos firmes pero cuidadosos enjabonaban mi pelo.
-Creo que has puesto mucho…
-Bueno, tu calla y cierra los ojos – contestó recogiendo la espuma que estaba a punto de caerme a la cara.
Yo obediente cerré los ojos, pero, aun así me entró algo. Me estaba acariciando bajo las orejas mientras me enjabonaba, me masajeaba el cuello y me mimaba a más no poder.
Gustavo encendió de nuevo el agua y me aclaró el pelo, para cuando abrí los ojos ya me esperaba con un albornoz blanco, parecía de algún balneario y me quedaba enorme. Me ayudó a ponérmelo y me pidió que lo siguiera.
Ambos nos sentamos en esquina de su cama.
-Mira Susana…
-Puedes llamarme Susy, si quieres.
Me miró con mala cara –Mira Susy, te puedes ir ya pero antes quiero darte algo.
Gustavo se levantó y rebuscó en uno de los cajones de su mesita.
-Toma – dijo ofreciéndome una tarjeta.
La miré y vi que era una tarjeta de crédito, con mi nombre y mis apellido, sorprendida le pregunté -¿Qué coñ… para qué es esto?
-Soy un hombre generoso… - dijo sonriendo.
-¿Pero estás loco o qué? ¿Y si te llegó a decir que no? ¿O me largo con ella?
-No llegarías muy lejos, jaja no ves que te localizaría enseguida, y mira, te la doy porque reconozco que soy un poco caprichoso y te voy a pedir muchas cosas, es mejor que tengas algo con que pagarlas que no tener que ir dándote dinero cada semana.
-Aaahh.
-¿Qué clase de cosas? – pregunté curiosa.
-Ropa, juguetes y el transporte, seguro que tú eres la que mejor acierta con la talla, y bueno te dije que te pagaría los videos, por cada video que te pida sácate de ahí algo.
-¿Algo? ¿Cuánto?
-No sé, ¿100 te parece justo? No, mejor 200 ¿vale?
-Va-vale.
-Ah y si quieres aumentarte el pecho te lo pago encantado, ya me lo cobraré luego en carnes.
-Definitivamente tú estás loco…
-Piénsalo, anda vístete y vete a casa.
Me quedé un instante embobada y me levanté quitándome el albornoz y vistiéndome, antes de irme le di dos besos. De nuevo me llevó el mismo chico en coche.
El tiempo que pasé en la estación y en el tren estuve pensando en cómo explicarle esto a Laura, por un instante pensé en mentirle, decirle que era algo de lo más normal solo 3 horas de sexo y no preocuparla, pero llegué a la conclusión que eso era una soberana tontería.
El tren llegó puntual, no hubo quién ni qué que pudiera pararme, marche hasta casa a todo trapo, sin saber con certeza di Laura estaría en ella.
Puse la llave en la puerta cuidadosamente y la giré lentamente, no estaba cerrada con llave, así que Laura debía estar por ahí.
Me descalcé en silencio y me asome al salón de puntitas pero Laura no estaba, con el mismo cuidado me dirigí a la habitación que, de nuevo, estaba vacía.
Era muy raro – ¿Estará en el baño?- me pregunté.
De camino al baño escuché la nevera abrirse.
Me asome por la puerta de la cocina y vi las piernas desnudas de Laura asomar tras la puerta de la nevera y me escondí al otro lado de la puerta.
Cuando Laura cerró la puerta dio un pequeño bote – Uyyyy, ¿qué haces aquí tan pronto?
Sin responderle nada me puse de puntitas y le di un piquito, lo suficiente como para saborear sus labios pero sin excederme.
Laura solo llevaba una camiseta vieja y las braguitas.
-Qué guapa estás. Es el primer día y no me dejó salir antes, ¿vas a hacer huevos fritos o tortilla? – le pregunté al ver que llevaba 4 huevos en la mano.
-Eehh – me contestó frunciendo el ceño- aaah esto, no es que iba a hacer un pastelito para una chica muy mona que tiene que llegar dentro de un rato.
-¿Y quién es esa fulana?
-Una mujercita, más o menos de esta altura – me decía riéndose colocando la mano junto a mi cabeza- así morenita, poco pecho, te caería bien.
-Bueno pues luego me la presentas… pero otra cosa…
-¿Si?- preguntó partiendo los huevos.
-Tú y la cocina no os lleváis muy bien, ¿estás segura que no la envenenaras?
-He mirado la receta en internet, no hace falta un máster – me dijo burlona.
-No pero encender el horno sí… - le contesté encendiendo el horno y retirando la bandeja – anda ven que te enseñe.
-Vale – contestó besándome en la frente- Uuy huele raro.
-Es el champú del trabajo.
-Jo, vienes antes, te duchas, ¿qué has hecho en todo el día tocarte el chirri?
-No algunas no tenemos, tanta suerte como tú…
-Oye que yo he barrido, he fregado y encima te haré un pastel – contestó azotando mi culo y luego amasándolo.
-Gracias cariño, anda trae la harina, el azúcar y la levadura.
Mientras me la traía me preguntaba – Va Susy ahora en serio ¿Qué tal tú día?
-Ese hombre es muy raro, pero se ve majo y me mima mucho.
-¿Mimar? ¿En qué sentido?
-En casi todos, me ha follado el culo con un cariño con el que no recuerdo que me lo hayan hecho antes, y luego me ayudó a bañarme y todo.
-Vaya, ¿y te ha gustado? – preguntó Laura algo seria.
Le contesté con una sonrisa de oreja a oreja y con los dedos haciéndole un gesto indicándole lo larga que la tenía Gustavo.
-Jajaja, vamos que no te llena…
-Eso mismo, además tú ya sabes que a veces me gusta duro.
Tras poner el bizcocho en el horno le pregunté a Laura – ¿De qué lo quieres rellenar o recubrir?
-Si quieres hay nocilla, no tenía pensado rellenarlo de nada ni cubrirlo.
-Ayy si es que… anda vamos al comedor.
-¿Para qué? –preguntó Laura.
-No me gusta follar en la cocina, hay muchas cosas con las que te puedes quemar el culo – dije sonriendo- es broma quiero enseñarte una cosita.
Saqué del bolso la tarjeta de crédito –Mira que me han dado, tachaaan.
-¿Para qué?
-Jaja eso mismo me pregunté yo, se ve que es para que me compre la ropa que él quiere, para que pague los viajes en tren, y por si quiero ponerme una 130 de pecho, jaja.
-¡Qué dices loca!
-Todo es cierto eeeh… pero ni loca me voy a operar, se ve que le gustan pequeñitas y pechugonas pero se va a tener que conformar con mis peritas.
-Bueno yo me las operé y estoy muy contenta de cómo me quedaron – dijo Laura tratando de convencerme.
-Son perfectas guapa, pero no creo que me gustará como quedaran además tan grandes deben ser algo incomodas.
-Te acostumbras…- contestaba Laura tocándoselas por encima de la camiseta.
Poniendo la mano bajo la suya dejé que me guiara haciéndole caricias, realmente eran muy suaves y me encantaba tocárselas pero aun así no me sentía convencida.
Mi otra mano empezó a levantar la camiseta de Laura dejándosela puesta mientras bajaba su sujetador.
-Te he echado mucho de menos…
Laura suspiraba mientras mis manos acariciaban sus dos pezones y la dirigía hacia el sofá, donde la senté y me puse a horcajas sobre su regazo.
-¿Mucho?- preguntaba Laura sonriendo.
-No te lo puedes llegar a imaginar…
Acerqué mi boca a uno de sus pechos besándole bajo el pezón varias veces, dejando con mis labios pequeños restos de saliva mientras subía poco a poco.
Mientras le acariciaba ambos pechos y le chupaba un pezón ella desabrochaba la bragueta de mi pantalón.
-Uff, si que vas ceñida hoy… - murmuraba mientras tiraba de mis jeans hacia abajo y agarraba mis nalgas con ambas manos por encima de las bragas.
Mientras Laura se abría camino entre mis pantalones yo empecé a morderle los pezones para ponérselo más difícil, aunque no se quejó para nada.
Para cuando me bajó la ropa interior y empezó a acariciarme el coño con sus finos dedos sonó el timbre del horno cortándonos todo el rollo. Me levanté subiéndome las bragas y los pantalones de un tirón.
-Hay que ir cariño, luego seguimos – argumenté al verla con carita de pena esperando en el sofá.

Y esta es la historia de Susy, Laura y el bizcocho de limón. FIN.

Jejeje, ¿Qué, os ha gustado? Si es así hacédmelo saber por los comentarios, es la única forma que tengo de recibir vuestra gratitud y vuestro apoyo, me motivan mucho y me hacen seguir, sobre todo cuando estoy de bajón o no me apetece. Desgraciadamente no hay muchos últimamente :( no sé si os gusta, os repugna, si debería seguir o mandar todo este proyecto a la mierda y abandonar el blog.