Capítulo 12
En ese momento en el que me encontraba completamente
desnuda delante de un desconocido me dio por pensar sobre cómo había llegado
hasta allí, todo tenía una justificación, no había nada de lo que me
arrepintiera pero aun así tenía algo de miedo. No podía parar de pensar que me
iba a hacer Gustavo, si sería capaz de soportarlo o me vería obligada a huir
llorando a los brazos de Laura, tanto una opción como la otra tenían algo en
común, que Laura estaría allí apoyándome hiciese lo que hiciese, cosa que me
reconfortaba.
-Sígueme si no quieres que te ponga una correa, perra - me
dijo Gustavo al ver que se alejaba y yo permanecía inmóvil, absorta en mis
pensamientos.
-Sí, claro- dije dando un respingo y de una carrera me
puse a su lado para seguir sus pasos obedientemente.
-La sesión de hoy es muy importante, te tengo que
explicar todos mis gustos para que me puedas satisfacer en todo lo que quiera.
Asentí mientras le seguía, notando el frio y rugoso suelo
bajo mis pies descalzos.
El trayecto se me hizo largo, y más al ver cómo nos
íbamos acercando a un enorme potro de madera, era de una madera marrón oscura y
de forma triangular con muy poco ángulo, en la parte superior una placa de
metal dorado, ya podía imaginar el dolor al posar mi coño encima de tal
instrumento.
Mientras lo observaba boquiabierta Gustavo se dirigió al
otro lado trasteando bajo el aparto, mirándome a mí y a su juguete, ajustando
la altura. Tras eso desplegó un cepo que andaba escondido tras el potro.
-¿Vas a ser buena? ¿O me veré obligado a montar esto?-
preguntó sujetando una de las maderas, que por su aspecto parecía muy pesada.
-Seré buena…-dije con voz temblorosa.
Él con el pie me acercó un bloque de madera y muy
educadamente me dijo que ya podía subir.
Ayudándome con el bloque me subí al potro apoyando mis
brazos en él para no dejar caer todo mi peso de golpe, aun así la sensación era
muy incómoda, bastante fria y sobretodo dolorosa, si me echaba hacia atrás me
hacía daño en el culo pero era mucho mejor que dejar que el potro me partiera
el coño.
-Aparta que te quito esto- me dijo Gustavo al ver como
aún no había bajado del todo de ese bloque de madera y no estaba totalmente
apoyada en el potro.
Levanté el pie del bloque consiguiendo así dos cosas, que
el vértice del potro se hincara más en mi entrepierna y cansar más mis brazos,
aunque pareciera que no hacía nada cada vez que me relajaba y dejaba caer un
poco más mi cuerpo el dolor se multiplicaba cuantiosamente.
Mientras yo luchaba por mantener mi cuerpo lo más alejado
posible de ese instrumento, Gustavo doblo mis rodillas hacia atrás para
encadenar mis pies a las argollas del potro. Cuando hubo acabado me preguntó.
-¿Traigo esposas?
-No –dije ya algo sudada, me faltaba el aliento y me
sentía ridícula en esa posición.
Me solté completamente y me acomodé tratando de ponerme
lo más recta posible, entre quejidos y jadeos algún resto de saliva caía y me
manchaba el pecho.
-No me gusta que grites tanto, si no tuviera que hablar
contigo ya estarías amordazada…- decía entre carcajadas, disfrutando de verme
en tan humillante situación.
-Ahhg… perdón… intentare…ufff… callarme…- decía notando
como a cada palabra el dolor de mi coño se intensificaba.
-¿Sabes porque te he llamado a ti precisamente? ¿Y no a
otras?...- dijo sin intención de dejar que lo interrumpiera mientras yo negaba
con la cabeza- Tú y yo nos conocemos bastante…- decía mientras yo ya no sabía cómo
ponerme, mis manos pasaron de mis muslos a mi cintura y luego cruzada de
brazos.
-Te he pagado varias veces por hacer guarradas delante de
la cámara, al principio tú solita y luego con tu amiga esa la tetona.
Lo miré sorprendida mientras notaba los flujos de mi coño
mojar mis muslos por la altura de las rodilla casi.
-Sí, yo era el que te pagaba tan bien por cosas de las
que tanto te reías zorrita, y ahora eres mía –dijo asustándome bastante.
Tragué saliva y contesté –Si, lo soy…
-¿Ya recuerdas quién soy?
-No, lo siento… hablaba con muchos y había bastante gente
que me pedían cosas de lo más raras.
-Te ofrecí varias veces venir a mi casa…- dijo subiendo
un poco el tono.
-No eras el único, lo siento…
-Te pedí videos…-gritó desesperado.
-Me los pedían muchos, más de uno incluso me pedía que me
grabara en el baño o en la ducha.
-Yo debía ser uno de esos, mira que eres zorra, aún no hemos
empezado y ya has empapado el suelo- dijo pisando y esparciendo mis flujos que
habían resbalado por mis piernas y por el potro hasta llegar al suelo creando
un pequeño charco.
-Lo siento, me mojo con facilidad- dice cabizbaja notando
ya mi boca seca.
-Una de tus tareas aquí va a ser proporcionarme esos
videos, tranquila puta- dijo al ver que intentaba quejarme- solo los veré yo,
si lo haces bien no se te vera nunca la cara y te daré un extra sin que se
enteré tu jefe.
Me callé asintiendo.
-Buena chica – me dijo acercándose y pasando un dedo por
mi cara- Estas bien sudada ya, me encanta. Quizás te estés haciendo una mala
idea de cómo soy, pero si me recordaras, sabrías que soy más bien sumiso, pero
me gusta ver sufrir a niñatas como tú.
-¿Cómo yo?- pregunté apartando mi cara de sus manos.
Cogiéndome del pelo con una mano y volviendo a pasar sus
dedos por mi cara me contestó.
-Me gustan mucho las mujeres sucias que se dejan hacer,
que las pueda cubrir en lefa y me pidan más y que se revuelquen en ella, y sé
que eres una guarra de cuidado, te he investigado.
-Pues podrías bajarme de aquí… si eres más bien sumiso.
-Ja ja ja- dijo sarcástico- si estamos muy bien hablando
los dos- contestó burlón.
-¿Qué sabes de mí?
-Que te llamas Susana, que borraste tú Facebook hace unos
seis meses, que eres de Lérida, que trabajas para un tal Marcos que por dos
duros te cuenta lo que quieras- dijo sonriendo- ahh… y que tu novia Laurita
adora mearse en tu boca.
-Me conoces bastante bien, acepto grabar esos videos, y
encantada de que me reboces en leche pero también tengo condiciones.
Aguantándose la risa me dijo- Adelante.
-No me mancharas la ropa y tienes que dejar salir media
hora antes para que pueda ducharme bien.
-Aja… te dejare marchar media hora antes pero si quieres
marchar con ropa limpia tráete de repuesto. Sabes que esas son una mierda de
condiciones, ¿no?
-No soy muy exigente…
Gustavo me acercó la mano y se la di cerrando así nuestro
pacto.
Mientras me desataba los pies me dijo –Por cierto los
días que tengas la regla vienes igual eeh.
-Bueno… eeeh, claro…
-Buena niña, hoy no voy a poder usarte como quisiera pero
aun así te llevaras un bonito regalo.
Mientras yo me bajaba del potro él se bajaba los
pantalones, tenía bastante vello púbico negro y muy rizado pero su pene era más
bien corto, no debía sobrepasar de mucho los 10 cm.
-Como lo has dejado todo, cerda, si te llego a poner un
vibrador te habrías corrido 5 veces. ¿Qué pasa, qué quieres hacer todas las
sesiones sobre el potro?
-No, para nada por favor – supliqué mientes mis piernas
aún estaban adormecidas y mi coño dolorido.
-¡Pues límpiamelo bien que esta empapado! –dijo
doblándome hacia el potro y poniéndome bien en pompa.
Aun no me había acercado que ya llegaba el olor de mis flujos
sobre el potro, empecé a lamerlos mientras pasaba una mano por mi coño enrojecido
por el dolor.
-Lo tienes bien rojo, no te lo toques, jaja.- dijo Gus
apartándome la mano y sujetándome bien la cintura.
Noté un dedo recorriéndome toda la raja del culo.
-Uaaau estas bien sudadita…
Acto seguido enterró su cara entre mis nalgas paseando su
nariz por todo mi culo, acariciándome con la punta mi ano.
-Siempre imagine que olerías bien, pero no tanto – dijo empezando
a masturbarse salvajemente.
Mientras aspiraba mi aroma pasó la lengua. –Mmmm, estas
saladita – dijo tras el primer lametón al que le siguieron los suficientes para
que dejara de haber sudor en mi culo.
-Ahora que lo tienes bien limpio es hora de rellenarte
como a un pavo.
-Vale – jadee con la lengua pegada al potro, saboreándolo
gustosamente.
Gus me apartó el pelo de la cara, con toda la delicadeza
que pudo, argumentando que quería ver mi carita de zorra mientras me enculaba.
Sujetó mis dos nalgas con sus manos, abriéndolas bien y
posó su capullo sobre mi ano.
Tras frotar un poco su, ya algo húmedo, prepucio por mi
estrecho agujerito empezó a empujar dejando que este cediera poco a poco.
Lo cierto es que no me habían enculado con tanta
delicadeza desde hacía mucho y se agradecía, mi coño seguía tan mojado como
cuando bajé del potro. Mi boca se abría del gusto sin poder evitar jadear y
babear.
-Con lo estrecho que es y lo abierto que lo tenías ayer-
decía Gus mientras empezaba a sacarlo, de nuevo con suma delicadeza.
-Es que ayer mi novia me metió el puño la muy bruta…
Mientras pasaba una mano por mi pubis con dulzura,
aliviándome el dolor y dándome placer, me contestó- Bueno, méteselo tú hoy a
ella…
Sus caricias no cesaban mientras seguía follándome poco a
poco el culo y me hacía sonreír, después de todo este trabajo no estaba mal,
pero había cambiado de humor un par de veces y eso no me gustaba mucho.
-Me corro- gritó de golpe, y casi sin darme tiempo a
reaccionar noté varios chorros de abundante semen caliente dentro de mí.
Gustavo respiraba agitadamente, mientras amasaba mis
nalgas, limpiando sus manos de mis flujos y dejándolas bien pringadas.
Sacó su miembro de mi culo y apretó su pulgar sobre mi
ano –No lo eches fuera.
-Vale – le contesté levantándome haciendo un esfuerzo
para que su corrida no cayera.
Para lo poco que había durado era una buena cantidad de
leche.
Mientras Gustavo acariciaba mis nalgas entre jadeos me
dijo –Suéltalo ahora.
-Pero…
-¡Cállate! Quiero que te sientas sucia- me gritó pasado
un dedo por mi ano pringado en su semen.
Me relajé un poco, me fue difícil pues Gus me tiraba del
pelo obligándome a mirarle, pude ver como un chorro de leche espesa salía de mi
ano embadurnando la mano de Gustavo que, sin ningún pudor, seguía
acariciándome.
-Más – me pedía entre risas.
-No sale más – dije entre quejas mientras él tiraba de mi
pelo.
-Aprieta niñata – contestó soltándome el pelo y
apretándome en el abdomen.
Hice algo de fuerza y asombrada, vi salir pequeñas
cantidades de semen de mi culo, no había mucha cantidad pero iba saliendo.
Gustavo estaba de nuevo empalmado, mientras me untaba el
ano con el semen que salía de mi culo, formando pequeñas burbujitas mientras yo
empezaba a calentarme de nuevo.
-Te tendría que haber vuelto a subir ahí – dijo señalando
el potro- me abrías hecho caso a la primera.
-Es que, son gustos muy raros los suyos y tengo que
acostumbrarme –dije poniendo cara de niña buena- perdóneme, es mi primer día.
Con la mano llena de semen me agarró de las dos mejillas
apretándomelas fuerte haciéndome sacar los morros –Te perdonaré, esta vez…
Con los labios salidos le di las gracias mientras notaba
el viscoso y sucio semen ensuciar mi cara.
-Abre la boca y saca la lengua – me pidió mientras
embadurnaba mi cara en leche.
Tras obedecerle recogió con dos dedos todo el semen que
pudo y me los metió en la boca, apretándolos violentamente contra mi lengua y
mi garganta.
Notaba el sabor del semen y el leve regusto de sus dedos
sacados de mi culo, me caían las lágrimas mientras trataba de no vomitar, no
por el sabor sino por la presión que ejercían sus dedos, la forma en que los
entraba tratando de llegar lo más hondo posible.
No pude soportarlo un segundo más, justo cuando sacó sus
dedos de mi boca me vino una bocanada de vómito, justo cerré la boca
tapándomela con la mano.
Gustavo me miró satisfecho y con una sonrisa en la cara
se agachó un poco para hablarme acercando su cara a la mía – Las niñas buenas
no vomitan… trágatelo.
Notaba esa gran cantidad de un fluido retenido en mi
boca, caliente, ácido y con grumos. No podía discutir con la boca llena y se me
acababa el tiempo para decidir qué hacer, tener eso en la boca me daba más
arcadas, si esperaba más acabaría vomitando hasta la primera papilla.
Tragué, despació notándolo deslizar garganta abajo
volviendo de nuevo al estómago.
-Uggghh – grité cogiendo aire – que asco.
-Mejor eso que limpiarlo del suelo con la lengua – me
contestó Gus acariciándome la cabeza como si recompensara a una buena perra.
Aun recuperándome le pregunté -¿Eso fue un accidente o va
a ser lo habitual?
-Me da casi tanto asco verte vomitar como a ti hacerlo,
¿Contesté la pregunta?
Asentí con la cabeza y me aparté el pelo de la cara.
-¿Y ahora?...¿Falta mucho?
Gustavo miró su reloj sonriendo – Llevas una hora y
cuarto, más o menos, pero ves a darte una ducha y pararemos hoy. Ven coge tu
ropa, me dijo mientras él se vestía.
Seguí a Gus por su mazmorra hasta llegar a la puerta
donde todo comenzó, él agarró mi ropa de un zarpazo y se la llevo a la nariz,
olisqueando sobretodo mi ropa interior, tras aspirar su aroma una vez me la
dio.
-No hace falta que te la pongas ahora, vamos a mi habitación
que tengo una bañera que ya verás…
Lo seguí, tímida y con toda mi ropa hecha una bola,
tratando de taparme el pubis con ella, nos cruzamos con una par de criados que
me miraron relamiéndose al cruzarme con ellos.
Cuando llegamos a su habitación quedé fascinada. Aquello
era dos veces más grande que el apartamento donde vivía, y eso sin contar el
vestidor y el baño.
Gustavo fue directo al baño.
-¿No me enseñas la habitación? – pregunté desde la puerta
sonriendo.
-Ahí está la cama donde duermo y ahí la puerta del baño-
contestó seco.
Lo seguí y tras entrar en el baño, colgué en la puerta la
ropa lo mejor que pude aunque ya estaba algo arrugada.
En la bañera cabíamos 3 como yo, era de pizarra, e
incluso tenia reposacabezas acolchados. Mientras yo miraba embobada esa piscina
olímpica, Gus encendió el agua dejando que se fuera llenando.
Cuando estuvo llena se arrodilló poniendo la mano para
tomarle la temperatura y girándose me dijo –Ya puedes meterte.
-Tengo que ir al baño antes…
Me miro sonriendo –Ahí lo tienes…
Me senté en la taza del váter, él seguía ahí arrodillado
frente a la bañera y dándome la espalda. Cuando empecé a orinar se giró
mirándome curioso, me puse algo roja pero intenté actuar como si no pasara
nada.
Cuando acabé me ofreció la mano para ayudarme a entrar,
sin levantarse.
-¿El jabón y esas cosas dónde están?- pregunté
sumergiendo mi cuerpo en el agua.
-Tranquila…
Me dejé caer hasta sumergirme del todo, incluyendo la
cabeza, cuando la volví a sacar Gus pasó su mano con mucho mimo por mi cara y
mi pelo, escurriendo los restos de agua que quedaban.
-Gracias – dije sonrojada.
Gustavo cogió una esponja, le tendí la mano para que me
la diera pero en vez de eso la lleno de jabón apretándola con la mano para
hacer espuma.
-Incorpórate un poco… -me pidió ayudándome a echarme
hacia delante con una mano en mi espalda.
-Puedo hacerlo solita, de verdad, me da un poco de corte
que me bañes.
-Me has pedido que quieres salir limpia de aquí todos los
días, y me encargaré personalmente que así sea.
-¡No me refería a eso…!
-Relájate.
Noté la esponja suave, frotándose en círculos por mis
hombros, con delicadeza, con mimo, con mucho amor mientras Gus sonreía, parecía
feliz como si estuviera bañando a su hija.
El calor del agua junto a esas caricias que bajaban por
mi espalda recorriéndola cuidando de no dejarse un solo centímetro de piel, realmente
estaba consiguiendo que me relajara.
Gus sacó la esponja del agua escurriéndola un poco y me
la pasó por el pecho, de nuevo con delicadeza y sin vergüenza alguna bajó hasta
recorrer con ella mis senos, haciendo pequeños círculos sin apretarlos mucho.
-Así… justo ahí – pedía mientras él sin si quiera
inmutarse seguía su recorrido.
Su mano iba bajando, mientras frotaba mi tripita bajo el
agua.
-Levántate un momento, por favor.
Me levanté obediente separando un poco las piernas,
mientras él aun de rodillas frotó su esponja por mi coño.
-Lo tienes muy rojo, deberías ponerte algo.
-¿El qué?- pregunté pensando que él ya tendría un poco de
práctica en esto.
-No tengo ni idea- me contestó mientras frotaba mis
muslos, pasando la esponja por mi culo – puedes volver a meterte, no cojas
frio.
Me senté de nuevo en la bañera, él me sujetó un pie
levantándomelo para poder enjabonarme las piernas.
Al escucharlo suspirar le pregunté coqueta -¿Te gustan
mis pies?
-Me encantan, son pequeños pero tienen la forma perfecta,
y… son tan suaves… - dijo tras soltar la esponja y empezar a acariciar mi pie
con ambas manos.
-Me alegra oír eso – contesté levantando la otra pierna
para que me lo enjabonara.
Gus soltó mi pie enseguida y se puso con mi otra pierna,
de nuevo acareándome el pie.
En cuanto acabó traté de levantarme, pero Gustavo me
sujetó el brazo.
-Falta el pelo, te lo he dejado muy sucio…
-No hace falta, de veras me hago una cola y ya…
Gus me indicó con la mano que apoyara la cabeza en esos
reposacabezas acolchados, mientras fue a buscar el champú.
-¿Quieres el mío, anticaspa y cítrico o este de
frambuesas y frutos del bosque?
-El de frambuesas, por favor.
-El próximo día trae del tuyo, me gusta como huele tu
pelo.
-Claro… -contesté un poco sorprendida, aunque ya casi me
podía esperar casi cualquier cosa.
Sin que me lo esperase noté un buen chorro de frio champú
en mi cabeza, seguido de las grandes manos de Gus, que con movimientos firmes
pero cuidadosos enjabonaban mi pelo.
-Creo que has puesto mucho…
-Bueno, tu calla y cierra los ojos – contestó recogiendo
la espuma que estaba a punto de caerme a la cara.
Yo obediente cerré los ojos, pero, aun así me entró algo.
Me estaba acariciando bajo las orejas mientras me enjabonaba, me masajeaba el
cuello y me mimaba a más no poder.
Gustavo encendió de nuevo el agua y me aclaró el pelo,
para cuando abrí los ojos ya me esperaba con un albornoz blanco, parecía de
algún balneario y me quedaba enorme. Me ayudó a ponérmelo y me pidió que lo
siguiera.
Ambos nos sentamos en esquina de su cama.
-Mira Susana…
-Puedes llamarme Susy, si quieres.
Me miró con mala cara –Mira Susy, te puedes ir ya pero
antes quiero darte algo.
Gustavo se levantó y rebuscó en uno de los cajones de su
mesita.
-Toma – dijo ofreciéndome una tarjeta.
La miré y vi que era una tarjeta de crédito, con mi
nombre y mis apellido, sorprendida le pregunté -¿Qué coñ… para qué es esto?
-Soy un hombre generoso… - dijo sonriendo.
-¿Pero estás loco o qué? ¿Y si te llegó a decir que no?
¿O me largo con ella?
-No llegarías muy lejos, jaja no ves que te localizaría
enseguida, y mira, te la doy porque reconozco que soy un poco caprichoso y te
voy a pedir muchas cosas, es mejor que tengas algo con que pagarlas que no
tener que ir dándote dinero cada semana.
-Aaahh.
-¿Qué clase de cosas? – pregunté curiosa.
-Ropa, juguetes y el transporte, seguro que tú eres la
que mejor acierta con la talla, y bueno te dije que te pagaría los videos, por
cada video que te pida sácate de ahí algo.
-¿Algo? ¿Cuánto?
-No sé, ¿100 te parece justo? No, mejor 200 ¿vale?
-Va-vale.
-Ah y si quieres aumentarte el pecho te lo pago
encantado, ya me lo cobraré luego en carnes.
-Definitivamente tú estás loco…
-Piénsalo, anda vístete y vete a casa.
Me quedé un instante embobada y me levanté quitándome el
albornoz y vistiéndome, antes de irme le di dos besos. De nuevo me llevó el
mismo chico en coche.
El tiempo que pasé en la estación y en el tren estuve
pensando en cómo explicarle esto a Laura, por un instante pensé en mentirle,
decirle que era algo de lo más normal solo 3 horas de sexo y no preocuparla,
pero llegué a la conclusión que eso era una soberana tontería.
El tren llegó puntual, no hubo quién ni qué que pudiera
pararme, marche hasta casa a todo trapo, sin saber con certeza di Laura estaría
en ella.
Puse la llave en la puerta cuidadosamente y la giré
lentamente, no estaba cerrada con llave, así que Laura debía estar por ahí.
Me descalcé en silencio y me asome al salón de puntitas
pero Laura no estaba, con el mismo cuidado me dirigí a la habitación que, de
nuevo, estaba vacía.
Era muy raro – ¿Estará en el baño?- me pregunté.
De camino al baño escuché la nevera abrirse.
Me asome por la puerta de la cocina y vi las piernas
desnudas de Laura asomar tras la puerta de la nevera y me escondí al otro lado
de la puerta.
Cuando Laura cerró la puerta dio un pequeño bote – Uyyyy,
¿qué haces aquí tan pronto?
Sin responderle nada me puse de puntitas y le di un
piquito, lo suficiente como para saborear sus labios pero sin excederme.
Laura solo llevaba una camiseta vieja y las braguitas.
-Qué guapa estás. Es el primer día y no me dejó salir
antes, ¿vas a hacer huevos fritos o tortilla? – le pregunté al ver que llevaba
4 huevos en la mano.
-Eehh – me contestó frunciendo el ceño- aaah esto, no es
que iba a hacer un pastelito para una chica muy mona que tiene que llegar
dentro de un rato.
-¿Y quién es esa fulana?
-Una mujercita, más o menos de esta altura – me decía
riéndose colocando la mano junto a mi cabeza- así morenita, poco pecho, te
caería bien.
-Bueno pues luego me la presentas… pero otra cosa…
-¿Si?- preguntó partiendo los huevos.
-Tú y la cocina no os lleváis muy bien, ¿estás segura que
no la envenenaras?
-He mirado la receta en internet, no hace falta un máster
– me dijo burlona.
-No pero encender el horno sí… - le contesté encendiendo
el horno y retirando la bandeja – anda ven que te enseñe.
-Vale – contestó besándome en la frente- Uuy huele raro.
-Es el champú del trabajo.
-Jo, vienes antes, te duchas, ¿qué has hecho en todo el
día tocarte el chirri?
-No algunas no tenemos, tanta suerte como tú…
-Oye que yo he barrido, he fregado y encima te haré un
pastel – contestó azotando mi culo y luego amasándolo.
-Gracias cariño, anda trae la harina, el azúcar y la
levadura.
Mientras me la traía me preguntaba – Va Susy ahora en
serio ¿Qué tal tú día?
-Ese hombre es muy raro, pero se ve majo y me mima mucho.
-¿Mimar? ¿En qué sentido?
-En casi todos, me ha follado el culo con un cariño con
el que no recuerdo que me lo hayan hecho antes, y luego me ayudó a bañarme y
todo.
-Vaya, ¿y te ha gustado? – preguntó Laura algo seria.
Le contesté con una sonrisa de oreja a oreja y con los
dedos haciéndole un gesto indicándole lo larga que la tenía Gustavo.
-Jajaja, vamos que no te llena…
-Eso mismo, además tú ya sabes que a veces me gusta duro.
Tras poner el bizcocho en el horno le pregunté a Laura –
¿De qué lo quieres rellenar o recubrir?
-Si quieres hay nocilla, no tenía pensado rellenarlo de
nada ni cubrirlo.
-Ayy si es que… anda vamos al comedor.
-¿Para qué? –preguntó Laura.
-No me gusta follar en la cocina, hay muchas cosas con
las que te puedes quemar el culo – dije sonriendo- es broma quiero enseñarte
una cosita.
Saqué del bolso la tarjeta de crédito –Mira que me han
dado, tachaaan.
-¿Para qué?
-Jaja eso mismo me pregunté yo, se ve que es para que me
compre la ropa que él quiere, para que pague los viajes en tren, y por si
quiero ponerme una 130 de pecho, jaja.
-¡Qué dices loca!
-Todo es cierto eeeh… pero ni loca me voy a operar, se ve
que le gustan pequeñitas y pechugonas pero se va a tener que conformar con mis
peritas.
-Bueno yo me las operé y estoy muy contenta de cómo me
quedaron – dijo Laura tratando de convencerme.
-Son perfectas guapa, pero no creo que me gustará como
quedaran además tan grandes deben ser algo incomodas.
-Te acostumbras…- contestaba Laura tocándoselas por
encima de la camiseta.
Poniendo la mano bajo la suya dejé que me guiara
haciéndole caricias, realmente eran muy suaves y me encantaba tocárselas pero
aun así no me sentía convencida.
Mi otra mano empezó a levantar la camiseta de Laura
dejándosela puesta mientras bajaba su sujetador.
-Te he echado mucho de menos…
Laura suspiraba mientras mis manos acariciaban sus dos
pezones y la dirigía hacia el sofá, donde la senté y me puse a horcajas sobre
su regazo.
-¿Mucho?- preguntaba Laura sonriendo.
-No te lo puedes llegar a imaginar…
Acerqué mi boca a uno de sus pechos besándole bajo el
pezón varias veces, dejando con mis labios pequeños restos de saliva mientras
subía poco a poco.
Mientras le acariciaba ambos pechos y le chupaba un pezón
ella desabrochaba la bragueta de mi pantalón.
-Uff, si que vas ceñida hoy… - murmuraba mientras tiraba
de mis jeans hacia abajo y agarraba mis nalgas con ambas manos por encima de
las bragas.
Mientras Laura se abría camino entre mis pantalones yo
empecé a morderle los pezones para ponérselo más difícil, aunque no se quejó
para nada.
Para cuando me bajó la ropa interior y empezó a
acariciarme el coño con sus finos dedos sonó el timbre del horno cortándonos
todo el rollo. Me levanté subiéndome las bragas y los pantalones de un tirón.
-Hay que ir cariño, luego seguimos – argumenté al verla
con carita de pena esperando en el sofá.
Y esta es la historia de Susy, Laura y el bizcocho de
limón. FIN.
Jejeje, ¿Qué, os ha gustado? Si es así hacédmelo saber
por los comentarios, es la única forma que tengo de recibir vuestra gratitud y
vuestro apoyo, me motivan mucho y me hacen seguir, sobre todo cuando estoy de
bajón o no me apetece. Desgraciadamente no hay muchos últimamente :( no sé si
os gusta, os repugna, si debería seguir o mandar todo est proyecto a la mierda
y abandonar el blog.
En ese momento en el que me encontraba completamente
desnuda delante de un desconocido me dio por pensar sobre cómo había llegado
hasta allí, todo tenía una justificación, no había nada de lo que me
arrepintiera pero aun así tenía algo de miedo. No podía parar de pensar que me
iba a hacer Gustavo, si sería capaz de soportarlo o me vería obligada a huir
llorando a los brazos de Laura, tanto una opción como la otra tenían algo en
común, que Laura estaría allí apoyándome hiciese lo que hiciese, cosa que me
reconfortaba.
-Sígueme si no quieres que te ponga una correa, perra - me
dijo Gustavo al ver que se alejaba y yo permanecía inmóvil, absorta en mis
pensamientos.
-Sí, claro- dije dando un respingo y de una carrera me
puse a su lado para seguir sus pasos obedientemente.
-La sesión de hoy es muy importante, te tengo que
explicar todos mis gustos para que me puedas satisfacer en todo lo que quiera.
Asentí mientras le seguía, notando el frio y rugoso suelo
bajo mis pies descalzos.
El trayecto se me hizo largo, y más al ver cómo nos
íbamos acercando a un enorme potro de madera, era de una madera marrón oscura y
de forma triangular con muy poco ángulo, en la parte superior una placa de
metal dorado, ya podía imaginar el dolor al posar mi coño encima de tal
instrumento.
Mientras lo observaba boquiabierta Gustavo se dirigió al
otro lado trasteando bajo el aparto, mirándome a mí y a su juguete, ajustando
la altura. Tras eso desplegó un cepo que andaba escondido tras el potro.
-¿Vas a ser buena? ¿O me veré obligado a montar esto?-
preguntó sujetando una de las maderas, que por su aspecto parecía muy pesada.
-Seré buena…-dije con voz temblorosa.
Él con el pie me acercó un bloque de madera y muy
educadamente me dijo que ya podía subir.
Ayudándome con el bloque me subí al potro apoyando mis
brazos en él para no dejar caer todo mi peso de golpe, aun así la sensación era
muy incómoda, bastante fria y sobretodo dolorosa, si me echaba hacia atrás me
hacía daño en el culo pero era mucho mejor que dejar que el potro me partiera
el coño.
-Aparta que te quito esto- me dijo Gustavo al ver como
aún no había bajado del todo de ese bloque de madera y no estaba totalmente
apoyada en el potro.
Levanté el pie del bloque consiguiendo así dos cosas, que
el vértice del potro se hincara más en mi entrepierna y cansar más mis brazos,
aunque pareciera que no hacía nada cada vez que me relajaba y dejaba caer un
poco más mi cuerpo el dolor se multiplicaba cuantiosamente.
Mientras yo luchaba por mantener mi cuerpo lo más alejado
posible de ese instrumento, Gustavo doblo mis rodillas hacia atrás para
encadenar mis pies a las argollas del potro. Cuando hubo acabado me preguntó.
-¿Traigo esposas?
-No –dije ya algo sudada, me faltaba el aliento y me
sentía ridícula en esa posición.
Me solté completamente y me acomodé tratando de ponerme
lo más recta posible, entre quejidos y jadeos algún resto de saliva caía y me
manchaba el pecho.
-No me gusta que grites tanto, si no tuviera que hablar
contigo ya estarías amordazada…- decía entre carcajadas, disfrutando de verme
en tan humillante situación.
-Ahhg… perdón… intentare…ufff… callarme…- decía notando
como a cada palabra el dolor de mi coño se intensificaba.
-¿Sabes porque te he llamado a ti precisamente? ¿Y no a
otras?...- dijo sin intención de dejar que lo interrumpiera mientras yo negaba
con la cabeza- Tú y yo nos conocemos bastante…- decía mientras yo ya no sabía cómo
ponerme, mis manos pasaron de mis muslos a mi cintura y luego cruzada de
brazos.
-Te he pagado varias veces por hacer guarradas delante de
la cámara, al principio tú solita y luego con tu amiga esa la tetona.
Lo miré sorprendida mientras notaba los flujos de mi coño
mojar mis muslos por la altura de las rodilla casi.
-Sí, yo era el que te pagaba tan bien por cosas de las
que tanto te reías zorrita, y ahora eres mía –dijo asustándome bastante.
Tragué saliva y contesté –Si, lo soy…
-¿Ya recuerdas quién soy?
-No, lo siento… hablaba con muchos y había bastante gente
que me pedían cosas de lo más raras.
-Te ofrecí varias veces venir a mi casa…- dijo subiendo
un poco el tono.
-No eras el único, lo siento…
-Te pedí videos…-gritó desesperado.
-Me los pedían muchos, más de uno incluso me pedía que me
grabara en el baño o en la ducha.
-Yo debía ser uno de esos, mira que eres zorra, aún no hemos
empezado y ya has empapado el suelo- dijo pisando y esparciendo mis flujos que
habían resbalado por mis piernas y por el potro hasta llegar al suelo creando
un pequeño charco.
-Lo siento, me mojo con facilidad- dice cabizbaja notando
ya mi boca seca.
-Una de tus tareas aquí va a ser proporcionarme esos
videos, tranquila puta- dijo al ver que intentaba quejarme- solo los veré yo,
si lo haces bien no se te vera nunca la cara y te daré un extra sin que se
enteré tu jefe.
Me callé asintiendo.
-Buena chica – me dijo acercándose y pasando un dedo por
mi cara- Estas bien sudada ya, me encanta. Quizás te estés haciendo una mala
idea de cómo soy, pero si me recordaras, sabrías que soy más bien sumiso, pero
me gusta ver sufrir a niñatas como tú.
-¿Cómo yo?- pregunté apartando mi cara de sus manos.
Cogiéndome del pelo con una mano y volviendo a pasar sus
dedos por mi cara me contestó.
-Me gustan mucho las mujeres sucias que se dejan hacer,
que las pueda cubrir en lefa y me pidan más y que se revuelquen en ella, y sé
que eres una guarra de cuidado, te he investigado.
-Pues podrías bajarme de aquí… si eres más bien sumiso.
-Ja ja ja- dijo sarcástico- si estamos muy bien hablando
los dos- contestó burlón.
-¿Qué sabes de mí?
-Que te llamas Susana, que borraste tú Facebook hace unos
seis meses, que eres de Lérida, que trabajas para un tal Marcos que por dos
duros te cuenta lo que quieras- dijo sonriendo- ahh… y que tu novia Laurita
adora mearse en tu boca.
-Me conoces bastante bien, acepto grabar esos videos, y
encantada de que me reboces en leche pero también tengo condiciones.
Aguantándose la risa me dijo- Adelante.
-No me mancharas la ropa y tienes que dejar salir media
hora antes para que pueda ducharme bien.
-Aja… te dejare marchar media hora antes pero si quieres
marchar con ropa limpia tráete de repuesto. Sabes que esas son una mierda de
condiciones, ¿no?
-No soy muy exigente…
Gustavo me acercó la mano y se la di cerrando así nuestro
pacto.
Mientras me desataba los pies me dijo –Por cierto los
días que tengas la regla vienes igual eeh.
-Bueno… eeeh, claro…
-Buena niña, hoy no voy a poder usarte como quisiera pero
aun así te llevaras un bonito regalo.
Mientras yo me bajaba del potro él se bajaba los
pantalones, tenía bastante vello púbico negro y muy rizado pero su pene era más
bien corto, no debía sobrepasar de mucho los 10 cm.
-Como lo has dejado todo, cerda, si te llego a poner un
vibrador te habrías corrido 5 veces. ¿Qué pasa, qué quieres hacer todas las
sesiones sobre el potro?
-No, para nada por favor – supliqué mientes mis piernas
aún estaban adormecidas y mi coño dolorido.
-¡Pues límpiamelo bien que esta empapado! –dijo
doblándome hacia el potro y poniéndome bien en pompa.
Aun no me había acercado que ya llegaba el olor de mis flujos
sobre el potro, empecé a lamerlos mientras pasaba una mano por mi coño enrojecido
por el dolor.
-Lo tienes bien rojo, no te lo toques, jaja.- dijo Gus
apartándome la mano y sujetándome bien la cintura.
Noté un dedo recorriéndome toda la raja del culo.
-Uaaau estas bien sudadita…
Acto seguido enterró su cara entre mis nalgas paseando su
nariz por todo mi culo, acariciándome con la punta mi ano.
-Siempre imagine que olerías bien, pero no tanto – dijo empezando
a masturbarse salvajemente.
Mientras aspiraba mi aroma pasó la lengua. –Mmmm, estas
saladita – dijo tras el primer lametón al que le siguieron los suficientes para
que dejara de haber sudor en mi culo.
-Ahora que lo tienes bien limpio es hora de rellenarte
como a un pavo.
-Vale – jadee con la lengua pegada al potro, saboreándolo
gustosamente.
Gus me apartó el pelo de la cara, con toda la delicadeza
que pudo, argumentando que quería ver mi carita de zorra mientras me enculaba.
Sujetó mis dos nalgas con sus manos, abriéndolas bien y
posó su capullo sobre mi ano.
Tras frotar un poco su, ya algo húmedo, prepucio por mi
estrecho agujerito empezó a empujar dejando que este cediera poco a poco.
Lo cierto es que no me habían enculado con tanta
delicadeza desde hacía mucho y se agradecía, mi coño seguía tan mojado como
cuando bajé del potro. Mi boca se abría del gusto sin poder evitar jadear y
babear.
-Con lo estrecho que es y lo abierto que lo tenías ayer-
decía Gus mientras empezaba a sacarlo, de nuevo con suma delicadeza.
-Es que ayer mi novia me metió el puño la muy bruta…
Mientras pasaba una mano por mi pubis con dulzura,
aliviándome el dolor y dándome placer, me contestó- Bueno, méteselo tú hoy a
ella…
Sus caricias no cesaban mientras seguía follándome poco a
poco el culo y me hacía sonreír, después de todo este trabajo no estaba mal,
pero había cambiado de humor un par de veces y eso no me gustaba mucho.
-Me corro- gritó de golpe, y casi sin darme tiempo a
reaccionar noté varios chorros de abundante semen caliente dentro de mí.
Gustavo respiraba agitadamente, mientras amasaba mis
nalgas, limpiando sus manos de mis flujos y dejándolas bien pringadas.
Sacó su miembro de mi culo y apretó su pulgar sobre mi
ano –No lo eches fuera.
-Vale – le contesté levantándome haciendo un esfuerzo
para que su corrida no cayera.
Para lo poco que había durado era una buena cantidad de
leche.
Mientras Gustavo acariciaba mis nalgas entre jadeos me
dijo –Suéltalo ahora.
-Pero…
-¡Cállate! Quiero que te sientas sucia- me gritó pasado
un dedo por mi ano pringado en su semen.
Me relajé un poco, me fue difícil pues Gus me tiraba del
pelo obligándome a mirarle, pude ver como un chorro de leche espesa salía de mi
ano embadurnando la mano de Gustavo que, sin ningún pudor, seguía
acariciándome.
-Más – me pedía entre risas.
-No sale más – dije entre quejas mientras él tiraba de mi
pelo.
-Aprieta niñata – contestó soltándome el pelo y
apretándome en el abdomen.
Hice algo de fuerza y asombrada, vi salir pequeñas
cantidades de semen de mi culo, no había mucha cantidad pero iba saliendo.
Gustavo estaba de nuevo empalmado, mientras me untaba el
ano con el semen que salía de mi culo, formando pequeñas burbujitas mientras yo
empezaba a calentarme de nuevo.
-Te tendría que haber vuelto a subir ahí – dijo señalando
el potro- me abrías hecho caso a la primera.
-Es que, son gustos muy raros los suyos y tengo que
acostumbrarme –dije poniendo cara de niña buena- perdóneme, es mi primer día.
Con la mano llena de semen me agarró de las dos mejillas
apretándomelas fuerte haciéndome sacar los morros –Te perdonaré, esta vez…
Con los labios salidos le di las gracias mientras notaba
el viscoso y sucio semen ensuciar mi cara.
-Abre la boca y saca la lengua – me pidió mientras
embadurnaba mi cara en leche.
Tras obedecerle recogió con dos dedos todo el semen que
pudo y me los metió en la boca, apretándolos violentamente contra mi lengua y
mi garganta.
Notaba el sabor del semen y el leve regusto de sus dedos
sacados de mi culo, me caían las lágrimas mientras trataba de no vomitar, no
por el sabor sino por la presión que ejercían sus dedos, la forma en que los
entraba tratando de llegar lo más hondo posible.
No pude soportarlo un segundo más, justo cuando sacó sus
dedos de mi boca me vino una bocanada de vómito, justo cerré la boca
tapándomela con la mano.
Gustavo me miró satisfecho y con una sonrisa en la cara
se agachó un poco para hablarme acercando su cara a la mía – Las niñas buenas
no vomitan… trágatelo.
Notaba esa gran cantidad de un fluido retenido en mi
boca, caliente, ácido y con grumos. No podía discutir con la boca llena y se me
acababa el tiempo para decidir qué hacer, tener eso en la boca me daba más
arcadas, si esperaba más acabaría vomitando hasta la primera papilla.
Tragué, despació notándolo deslizar garganta abajo
volviendo de nuevo al estómago.
-Uggghh – grité cogiendo aire – que asco.
-Mejor eso que limpiarlo del suelo con la lengua – me
contestó Gus acariciándome la cabeza como si recompensara a una buena perra.
Aun recuperándome le pregunté -¿Eso fue un accidente o va
a ser lo habitual?
-Me da casi tanto asco verte vomitar como a ti hacerlo,
¿Contesté la pregunta?
Asentí con la cabeza y me aparté el pelo de la cara.
-¿Y ahora?...¿Falta mucho?
Gustavo miró su reloj sonriendo – Llevas una hora y
cuarto, más o menos, pero ves a darte una ducha y pararemos hoy. Ven coge tu
ropa, me dijo mientras él se vestía.
Seguí a Gus por su mazmorra hasta llegar a la puerta
donde todo comenzó, él agarró mi ropa de un zarpazo y se la llevo a la nariz,
olisqueando sobretodo mi ropa interior, tras aspirar su aroma una vez me la
dio.
-No hace falta que te la pongas ahora, vamos a mi habitación
que tengo una bañera que ya verás…
Lo seguí, tímida y con toda mi ropa hecha una bola,
tratando de taparme el pubis con ella, nos cruzamos con una par de criados que
me miraron relamiéndose al cruzarme con ellos.
Cuando llegamos a su habitación quedé fascinada. Aquello
era dos veces más grande que el apartamento donde vivía, y eso sin contar el
vestidor y el baño.
Gustavo fue directo al baño.
-¿No me enseñas la habitación? – pregunté desde la puerta
sonriendo.
-Ahí está la cama donde duermo y ahí la puerta del baño-
contestó seco.
Lo seguí y tras entrar en el baño, colgué en la puerta la
ropa lo mejor que pude aunque ya estaba algo arrugada.
En la bañera cabíamos 3 como yo, era de pizarra, e
incluso tenia reposacabezas acolchados. Mientras yo miraba embobada esa piscina
olímpica, Gus encendió el agua dejando que se fuera llenando.
Cuando estuvo llena se arrodilló poniendo la mano para
tomarle la temperatura y girándose me dijo –Ya puedes meterte.
-Tengo que ir al baño antes…
Me miro sonriendo –Ahí lo tienes…
Me senté en la taza del váter, él seguía ahí arrodillado
frente a la bañera y dándome la espalda. Cuando empecé a orinar se giró
mirándome curioso, me puse algo roja pero intenté actuar como si no pasara
nada.
Cuando acabé me ofreció la mano para ayudarme a entrar,
sin levantarse.
-¿El jabón y esas cosas dónde están?- pregunté
sumergiendo mi cuerpo en el agua.
-Tranquila…
Me dejé caer hasta sumergirme del todo, incluyendo la
cabeza, cuando la volví a sacar Gus pasó su mano con mucho mimo por mi cara y
mi pelo, escurriendo los restos de agua que quedaban.
-Gracias – dije sonrojada.
Gustavo cogió una esponja, le tendí la mano para que me
la diera pero en vez de eso la lleno de jabón apretándola con la mano para
hacer espuma.
-Incorpórate un poco… -me pidió ayudándome a echarme
hacia delante con una mano en mi espalda.
-Puedo hacerlo solita, de verdad, me da un poco de corte
que me bañes.
-Me has pedido que quieres salir limpia de aquí todos los
días, y me encargaré personalmente que así sea.
-¡No me refería a eso…!
-Relájate.
Noté la esponja suave, frotándose en círculos por mis
hombros, con delicadeza, con mimo, con mucho amor mientras Gus sonreía, parecía
feliz como si estuviera bañando a su hija.
El calor del agua junto a esas caricias que bajaban por
mi espalda recorriéndola cuidando de no dejarse un solo centímetro de piel, realmente
estaba consiguiendo que me relajara.
Gus sacó la esponja del agua escurriéndola un poco y me
la pasó por el pecho, de nuevo con delicadeza y sin vergüenza alguna bajó hasta
recorrer con ella mis senos, haciendo pequeños círculos sin apretarlos mucho.
-Así… justo ahí – pedía mientras él sin si quiera
inmutarse seguía su recorrido.
Su mano iba bajando, mientras frotaba mi tripita bajo el
agua.
-Levántate un momento, por favor.
Me levanté obediente separando un poco las piernas,
mientras él aun de rodillas frotó su esponja por mi coño.
-Lo tienes muy rojo, deberías ponerte algo.
-¿El qué?- pregunté pensando que él ya tendría un poco de
práctica en esto.
-No tengo ni idea- me contestó mientras frotaba mis
muslos, pasando la esponja por mi culo – puedes volver a meterte, no cojas
frio.
Me senté de nuevo en la bañera, él me sujetó un pie
levantándomelo para poder enjabonarme las piernas.
Al escucharlo suspirar le pregunté coqueta -¿Te gustan
mis pies?
-Me encantan, son pequeños pero tienen la forma perfecta,
y… son tan suaves… - dijo tras soltar la esponja y empezar a acariciar mi pie
con ambas manos.
-Me alegra oír eso – contesté levantando la otra pierna
para que me lo enjabonara.
Gus soltó mi pie enseguida y se puso con mi otra pierna,
de nuevo acareándome el pie.
En cuanto acabó traté de levantarme, pero Gustavo me
sujetó el brazo.
-Falta el pelo, te lo he dejado muy sucio…
-No hace falta, de veras me hago una cola y ya…
Gus me indicó con la mano que apoyara la cabeza en esos
reposacabezas acolchados, mientras fue a buscar el champú.
-¿Quieres el mío, anticaspa y cítrico o este de
frambuesas y frutos del bosque?
-El de frambuesas, por favor.
-El próximo día trae del tuyo, me gusta como huele tu
pelo.
-Claro… -contesté un poco sorprendida, aunque ya casi me
podía esperar casi cualquier cosa.
Sin que me lo esperase noté un buen chorro de frio champú
en mi cabeza, seguido de las grandes manos de Gus, que con movimientos firmes
pero cuidadosos enjabonaban mi pelo.
-Creo que has puesto mucho…
-Bueno, tu calla y cierra los ojos – contestó recogiendo
la espuma que estaba a punto de caerme a la cara.
Yo obediente cerré los ojos, pero, aun así me entró algo.
Me estaba acariciando bajo las orejas mientras me enjabonaba, me masajeaba el
cuello y me mimaba a más no poder.
Gustavo encendió de nuevo el agua y me aclaró el pelo,
para cuando abrí los ojos ya me esperaba con un albornoz blanco, parecía de
algún balneario y me quedaba enorme. Me ayudó a ponérmelo y me pidió que lo
siguiera.
Ambos nos sentamos en esquina de su cama.
-Mira Susana…
-Puedes llamarme Susy, si quieres.
Me miró con mala cara –Mira Susy, te puedes ir ya pero
antes quiero darte algo.
Gustavo se levantó y rebuscó en uno de los cajones de su
mesita.
-Toma – dijo ofreciéndome una tarjeta.
La miré y vi que era una tarjeta de crédito, con mi
nombre y mis apellido, sorprendida le pregunté -¿Qué coñ… para qué es esto?
-Soy un hombre generoso… - dijo sonriendo.
-¿Pero estás loco o qué? ¿Y si te llegó a decir que no?
¿O me largo con ella?
-No llegarías muy lejos, jaja no ves que te localizaría
enseguida, y mira, te la doy porque reconozco que soy un poco caprichoso y te
voy a pedir muchas cosas, es mejor que tengas algo con que pagarlas que no
tener que ir dándote dinero cada semana.
-Aaahh.
-¿Qué clase de cosas? – pregunté curiosa.
-Ropa, juguetes y el transporte, seguro que tú eres la
que mejor acierta con la talla, y bueno te dije que te pagaría los videos, por
cada video que te pida sácate de ahí algo.
-¿Algo? ¿Cuánto?
-No sé, ¿100 te parece justo? No, mejor 200 ¿vale?
-Va-vale.
-Ah y si quieres aumentarte el pecho te lo pago
encantado, ya me lo cobraré luego en carnes.
-Definitivamente tú estás loco…
-Piénsalo, anda vístete y vete a casa.
Me quedé un instante embobada y me levanté quitándome el
albornoz y vistiéndome, antes de irme le di dos besos. De nuevo me llevó el
mismo chico en coche.
El tiempo que pasé en la estación y en el tren estuve
pensando en cómo explicarle esto a Laura, por un instante pensé en mentirle,
decirle que era algo de lo más normal solo 3 horas de sexo y no preocuparla,
pero llegué a la conclusión que eso era una soberana tontería.
El tren llegó puntual, no hubo quién ni qué que pudiera
pararme, marche hasta casa a todo trapo, sin saber con certeza di Laura estaría
en ella.
Puse la llave en la puerta cuidadosamente y la giré
lentamente, no estaba cerrada con llave, así que Laura debía estar por ahí.
Me descalcé en silencio y me asome al salón de puntitas
pero Laura no estaba, con el mismo cuidado me dirigí a la habitación que, de
nuevo, estaba vacía.
Era muy raro – ¿Estará en el baño?- me pregunté.
De camino al baño escuché la nevera abrirse.
Me asome por la puerta de la cocina y vi las piernas
desnudas de Laura asomar tras la puerta de la nevera y me escondí al otro lado
de la puerta.
Cuando Laura cerró la puerta dio un pequeño bote – Uyyyy,
¿qué haces aquí tan pronto?
Sin responderle nada me puse de puntitas y le di un
piquito, lo suficiente como para saborear sus labios pero sin excederme.
Laura solo llevaba una camiseta vieja y las braguitas.
-Qué guapa estás. Es el primer día y no me dejó salir
antes, ¿vas a hacer huevos fritos o tortilla? – le pregunté al ver que llevaba
4 huevos en la mano.
-Eehh – me contestó frunciendo el ceño- aaah esto, no es
que iba a hacer un pastelito para una chica muy mona que tiene que llegar
dentro de un rato.
-¿Y quién es esa fulana?
-Una mujercita, más o menos de esta altura – me decía
riéndose colocando la mano junto a mi cabeza- así morenita, poco pecho, te
caería bien.
-Bueno pues luego me la presentas… pero otra cosa…
-¿Si?- preguntó partiendo los huevos.
-Tú y la cocina no os lleváis muy bien, ¿estás segura que
no la envenenaras?
-He mirado la receta en internet, no hace falta un máster
– me dijo burlona.
-No pero encender el horno sí… - le contesté encendiendo
el horno y retirando la bandeja – anda ven que te enseñe.
-Vale – contestó besándome en la frente- Uuy huele raro.
-Es el champú del trabajo.
-Jo, vienes antes, te duchas, ¿qué has hecho en todo el
día tocarte el chirri?
-No algunas no tenemos, tanta suerte como tú…
-Oye que yo he barrido, he fregado y encima te haré un
pastel – contestó azotando mi culo y luego amasándolo.
-Gracias cariño, anda trae la harina, el azúcar y la
levadura.
Mientras me la traía me preguntaba – Va Susy ahora en
serio ¿Qué tal tú día?
-Ese hombre es muy raro, pero se ve majo y me mima mucho.
-¿Mimar? ¿En qué sentido?
-En casi todos, me ha follado el culo con un cariño con
el que no recuerdo que me lo hayan hecho antes, y luego me ayudó a bañarme y
todo.
-Vaya, ¿y te ha gustado? – preguntó Laura algo seria.
Le contesté con una sonrisa de oreja a oreja y con los
dedos haciéndole un gesto indicándole lo larga que la tenía Gustavo.
-Jajaja, vamos que no te llena…
-Eso mismo, además tú ya sabes que a veces me gusta duro.
Tras poner el bizcocho en el horno le pregunté a Laura –
¿De qué lo quieres rellenar o recubrir?
-Si quieres hay nocilla, no tenía pensado rellenarlo de
nada ni cubrirlo.
-Ayy si es que… anda vamos al comedor.
-¿Para qué? –preguntó Laura.
-No me gusta follar en la cocina, hay muchas cosas con
las que te puedes quemar el culo – dije sonriendo- es broma quiero enseñarte
una cosita.
Saqué del bolso la tarjeta de crédito –Mira que me han
dado, tachaaan.
-¿Para qué?
-Jaja eso mismo me pregunté yo, se ve que es para que me
compre la ropa que él quiere, para que pague los viajes en tren, y por si
quiero ponerme una 130 de pecho, jaja.
-¡Qué dices loca!
-Todo es cierto eeeh… pero ni loca me voy a operar, se ve
que le gustan pequeñitas y pechugonas pero se va a tener que conformar con mis
peritas.
-Bueno yo me las operé y estoy muy contenta de cómo me
quedaron – dijo Laura tratando de convencerme.
-Son perfectas guapa, pero no creo que me gustará como
quedaran además tan grandes deben ser algo incomodas.
-Te acostumbras…- contestaba Laura tocándoselas por
encima de la camiseta.
Poniendo la mano bajo la suya dejé que me guiara
haciéndole caricias, realmente eran muy suaves y me encantaba tocárselas pero
aun así no me sentía convencida.
Mi otra mano empezó a levantar la camiseta de Laura
dejándosela puesta mientras bajaba su sujetador.
-Te he echado mucho de menos…
Laura suspiraba mientras mis manos acariciaban sus dos
pezones y la dirigía hacia el sofá, donde la senté y me puse a horcajas sobre
su regazo.
-¿Mucho?- preguntaba Laura sonriendo.
-No te lo puedes llegar a imaginar…
Acerqué mi boca a uno de sus pechos besándole bajo el
pezón varias veces, dejando con mis labios pequeños restos de saliva mientras
subía poco a poco.
Mientras le acariciaba ambos pechos y le chupaba un pezón
ella desabrochaba la bragueta de mi pantalón.
-Uff, si que vas ceñida hoy… - murmuraba mientras tiraba
de mis jeans hacia abajo y agarraba mis nalgas con ambas manos por encima de
las bragas.
Mientras Laura se abría camino entre mis pantalones yo
empecé a morderle los pezones para ponérselo más difícil, aunque no se quejó
para nada.
Para cuando me bajó la ropa interior y empezó a
acariciarme el coño con sus finos dedos sonó el timbre del horno cortándonos
todo el rollo. Me levanté subiéndome las bragas y los pantalones de un tirón.
-Hay que ir cariño, luego seguimos – argumenté al verla
con carita de pena esperando en el sofá.
Y esta es la historia de Susy, Laura y el bizcocho de
limón. FIN.
Jejeje, ¿Qué, os ha gustado? Si es así hacédmelo saber
por los comentarios, es la única forma que tengo de recibir vuestra gratitud y
vuestro apoyo, me motivan mucho y me hacen seguir, sobre todo cuando estoy de
bajón o no me apetece. Desgraciadamente no hay muchos últimamente :( no sé si
os gusta, os repugna, si debería seguir o mandar todo este proyecto a la mierda
y abandonar el blog.